30/9/06

Escucharse


Llevo todo el día intentando que alguien me escuche. Es desesperante. Pon eso en su sitio, no grites más, ¿te importaría dejar de hacer el capullo? ,lávate las manos, y bla, bla, bla. Así durante horas y nadie parece oír nada de lo que digo.Una de las torturas que tiene que sufrir un padre de familia es escucharse a sí mismo durante horas diciendo cosas que, en realidad, le importan un bledo; repetir hasta el aburrimiento lo mismo. Lo peor es saber que lo dicho no sirve de nada. Casi nada estará donde uno quiere, los niños gritarán enfadados o jugando a ser un superhéroe, seguirán haciendo el capullo a tu alrededor (eso niños y adultos), se limpiarán las manos donde les venga en gana, y bla, bla, bla.Por eso, para sobrevivir sin perder la razón, es necesario fabricar refugios. La lectura o la escritura cuando los pequeños duermen; un grado de abstracción descomunal si estás con adultos que insisten en hablar de hipotecas, de la mili o de lo mona que iba la marquesa del porompompero a la boda del príncipe Oswaldo (mientras que los niños gritan a tu alrededor, los tuyos y los suyos, claro); y una paciencia infinita que inventas cada cinco minutos y se acaba cada seis.Si algo me parece aburrido es escucharme decir la misma cosa un millón y medio de veces. Es insoportable y me saca de mis casillas. A veces pienso que es una de la razones por la que escribo. Al fin y al cabo, cuando uno de tus personajes hace o dice algo, lo que está pasando es que le colocas en una situación que sí te interesa por la razón que sea. Es un momento en el que todo se reduce. Te encuentras a solas con un ser de ficción que va a cometer una fechoría o un acto heroico después de que le digas lo que piensas sobre el asunto. Es verdad que el resultado no tiene porqué coincidir con lo que tenías en mente justo antes de escribirlo. Los personajes son muy suyos y hay que dejar que tomen sus propias decisiones. Pero también es verdad que, aunque no hagan caso, sólo se lo dices una vez. No te obligan a repetir lo mismo que dijiste un minuto antes. Ni te contestan diciendo que las hipotecas han vuelto a subir. Es la ventaja de leer o de escribir. Si encuentras algo en un sitio que no te gusta, si los personajes gritan de forma absurda, si son unos capullos o te aburren, un solo gesto es suficiente para acabar con el problema. Cierras el libro o tachas una frase o dejas la estilográfica sobre la mesa. Aunque te arriesgas a salir del despacho y encontrar los calcetines del mayor en el pasillo o a Guzmán gritando porque le acaban de afanar un juguete.La oscuridad se multiplica por el cansancio. Hoy, ni lectura ni escritura. Me voy a preparar un té, voy a tumbarme en el sofá del salón para escuchar algo de música y trataré de disfrutar con el silencio. Sin escucharme.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

blue mitchell - Cry me a River






1 comentario:

Poma dijo...

Que gran verdad ,lo del refugio.

;)