Reparan la cubierta del invernadero que veo desde la ventana de casa. Durante los últimos treinta y seis años he visto cómo las tejas se iban estropeando. Ahora las cambian. También las vigas de madera que se sustituyen por otras de metal. Y de paso arreglan el interior. Lo curioso es que no han empezado por uno de los extremos del edificio (alargado y bastante bajo) y han continuado reparando hasta llegar al otro. No. Lo hacen primero aquí, luego allí, el siguiente tramo diez metros más allá. Quizás eligen las zonas más problemáticas antes o al contrario si piensan que lo que peor está no tiene solución.
Mientras observo los tonos de las nuevas tejas, escucho Dancing in the dark de Julian Cannonball Adderley. Supongo que convierte la imagen en algo más llevadero, más divertido o en parte de una escena imaginada alguna vez con uno mismo como protagonista. Siempre tuve tendencia a mirar poniendo música. Las personas caminan al ritmo que marca la partitura, los pájaros se lanzan en picado acompañando las notas más agudas o la lluvia repiquetea en el vidrio acompañando al saxofonista que frasea rompiendo la lógica para que le entendamos.
Las tejas rotas se amontonan en los laterales del edificio. Un par de hombres llenan sus carretillas y las vacían en un contenedor que les queda algo retirado. Pronto lo llevarán al solar en el que se levantará un nuevo inmueble. Los escombros sirven, entre otras cosas, para eso, para soportar lo nuevo. Y pronto la cubierta del invernadero que veo desde la ventana de casa estará completamente reparado, capaz de aguantar otros treinta y seis años más. Los que lo vean por primera vez pensarán que siempre fue igual. Así funcionan las cosas.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
5 comentarios:
Las cosas son como las vemos la primera vez. 36 años, son muchos años, quizá no duren tanto las nuevas tejas.
Hoy lo pillé a los 6 minutos de publicar ;·)
Lo viejo sostiene a lo nuevo. Si te fijas siempre ha sido así. Lo que vamos acumulando con los años cimientan nuestras ideas. Quien nos conoce por primera vez puede pensar que siempre hemos sido así, y de eso nada. Los años pesan, tanto como los escombros.
Me has hecho acordarme del mejor cumplido que ha recibido mi hija sobre su talento para dibujar: la profesora de dibujo dijo de ella "sabe mirar, y eso es muy importante".
Pues eso mismo quiero decirte hoy, Gabriel: sabes mirar. Y eso es muy importante.
A nosotros nos cambiaron las tejas siendo jovencitos, Gabriel. Las tuvimos tan empapadas en ron con limón... Tuvimos una partitura de lo más divertida.
Cambian las tejas, cambian las vigas, pero los cimientos son los mismos le pongas la música que le pongas.
Salud.
Anita Noire
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