1/7/07

Felicidad


Eduardo, el limpiabotas más divertido de Madrid, dice que los marcianos llegaron a la tierra utilizando una tecnología muy inferior a la que manejamos los terrícolas en la actualidad. La diferencia es que “esos le echaban un par de cojones cuando hacían cualquier cosa”. Medían más de cuatro metros y, sabiendo que sus días estaban contados, intentaron reproducirse con todas y cada una de las especies animales de la tierra. Tan sólo lograron un buen resultado con los simios a los que pudieron traspasar su inteligencia. Así se explica que los elefantes tengan una memoria tan asombrosa (fue lo único que lograron en el apareamiento) o ese eslabón perdido entre el hombre y el mono. Una vez que consiguieron su propósito se dejaron morir (los marcianos de más de cuatro metros) y tomaron el relevo lo que conocemos hoy en día como homo sapiens. Esa es la teoría de Eduardo.
Esta es una ampliación de la que ya me comenzó a contar y que va perfeccionando en cada explicación.
Tiene sesenta y ocho años. Vive en un piso compartido con otros cinco sujetos. Dice ser feliz.
Macarena se gana la vida revendiendo entradas de todo tipo. Sobre todo le gusta hacerlo junto a la plaza de toros. Los extranjeros compran siempre pensando que la plaza estará llena, dice la mujer. Más de setenta años, dos hijos muertos en el aseo de un bar con una aguja clavada en el antebrazo. Su marido llegaba borracho a diario y la zurra (como ella dice) llegaba con él. Está bien como está, me cuenta después de decir que murió hace cinco años con el hígado hecho puré.
Macarena me ofrece entradas siempre que me ve. Me las vende a su precio y yo le aumento en algo el botín para que pueda pagar la pensión. Los que la conocemos siempre lo hacemos.
Presume de no tener una sola cana y de haber sido una de las mujeres más guapas y descaradas de Madrid. A mí un panoli con la cartera llena no se me escapaba nunca. Había que sacar adelante la familia. Dice ser una mujer feliz.
Jorge es transexual. Si es verdad lo que dice fue el primero que cambió de sexo en España. Ha ido sobreviviendo como ha podido durante estos últimos años. No es alguien a quien la fortuna le haya sonreído. Nunca.
Cuando tenía tres años me encontraron, por primera vez, dentro de un armario llorando porque no quería ser una niña. Lo va diciendo mientras sonríe. De forma sincera, creo. Sólo cuando salí del quirófano supe que había terminado mi travesía por el desierto, sigue hablando despacio, como recreando cada detalle en la mente.
Nadie pensaría que Jorge fue antes una mujer. Pasó de los cincuenta no hace mucho. Su novia le abandonó no hace mucho. Dice ser un hombre feliz.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

2 comentarios:

Poma dijo...

Saben todos ellos (los personajes del texto) quien son y estan en el lugar que les corresponde.No se quejan, no sueñan...
Son felices.

Anónimo dijo...

Como dijo Clint Eastwood sobre las opiniones,pues con la felicidad pasa lo mismo:es como los culos,cada uno tiene el suyo.Y cada cual diferente/Hasta que uno no siente la verdadera alegría de la felicidad,no existe. Todo lo demás es apariencia . La felicidad es el calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otros y la esperanza de seguir adelante( creo haber escrito esto ya antes...omitiré lo de los ángeles y las nubes para que el autor no me tache de cursi.)