6/4/09

Breve reflexión sobre la libertad al escribir


Supe que había superado la muerte de mi padre y de mi hermano Antonio el día que me atreví a recordar las cosas que no me gustaban de ellos. Lo supe porque fui capaz de recordar y decir.
Parece que la ausencia impide que podamos expresar. Es como si faltáramos el respeto de forma grotesca al muerto cuando, en realidad, lo que hacemos es seguir pensando lo mismo que antes de la falta. Sabíamos qué cosas no nos gustaban. Y seguimos teniéndolas muy claras. Y muy ocultas. Es parte de lo absurdo que tiene la muerte. Nos hace enanos, miedosos.
Un escritor ha de tener muy claro que, a través del relato, pone en juego gran parte de lo que es, de sí mismo. Es verdad que la ficción maquilla mucho todo lo que de autobiográfico pueda tener una novela, pero el autor conoce perfectamente donde ha dejado la parte que arriesga. Al escribir, aparecen las experiencias que dejaron buen poso y las que fueron o están siendo horribles. Todas. Y para eso hay que estar preparado.
Sin riesgo no puede haber literatura. La falta de libertad al escribir es la ruina de cualquiera que quiera hacerlo.
Un excelente ejemplo de todo esto se encuentra en la novela gráfica “Maus” de Art Spiegelman.
Con el holocausto judío de fondo (no deja de ser un vehículo narrativo y mucho menos importante de lo que puede parecer), Spiegelman habla de la relación de un padre con su hijo, de cómo puede odiar ese hijo a la vez que adora a su padre, de cómo el peso de una narración puede hacer que te difumines llegando a tener problemas mentales graves, de la intención de un autor y de cómo recibe el mensaje el lector, de los fantasmas familiares, del suicidio, de la muerte, de los tópicos que existen aunque lo sean y, sobre todo, de cómo puede escribir un hombre sabiendo que aquello sucedió y de las consecuencias que tendrá en su entorno.
Nadie que quiera dedicarse a la escritura debería prescindir de esta lectura. Nadie que quiera dedicarse a la escritura debería negar ni un ápice de su existencia. Porque es, de eso y no de otra cosa, de lo que se trata.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

7 comentarios:

princesadehojalata dijo...

Mira, el libro se lo regalé a mi hermana por Navidad, creo que ya es momento de pedírselo y leerlo, me has terminado de animar.

Besos.

Señorita Puri dijo...

yo leí maus buscando leer sobre el exterminio nazi y quizá quedé desencantada por encontrar un libro sobre un padre cascarrabias y su hijo, en cierto modo intransigente. Por eso me defraudó, desencantó y dejó un poso en cierta forma amargo porque esperaba más condescendencia hacia el padre, que la nostalgia corriese un tupido velo sobre los malos momentos y no todo lo contrario. Acabo de darme cuenta de que el árbol no me dejó ver el bosque. Gracias por abrirme los ojos, volveré a leerlo como se merece.

Ginebra dijo...

Y todo el que quiera conocerse debería escribir un poco.

Carmen Neke dijo...

¿Existe realmente libertad al escribir?

Gabriel Ramírez dijo...

Princesadehojalata: Pues eso, ánimo.
Señorita Puri:A veces ocurre que uno cree encontrar una obra que trata un tema y se decepciona porque sólo es una excusa. Creo que te gustará leer de nuevo este Maus sin prejuicios.
Ginebra: Así es, pero con cuidado porque luego el vértigo se hace difícil de llevar.
Carmenneke: La sensación de ser libre al escribir es suficiente.

Wara dijo...

Muchos psicólogos y especialistas recomiendan la escritura como medio para recuperarse tras determinadas experiencias; yo también creo que ayuda... pero hay sentimientos o recuerdos tan bien enterrados en el fondo del corazón y del alma que ni para nosotros mismos podemos darles forma en el papel. ¿Será cuestión de perserverar?

Svor dijo...

Hoy es un dia tranquilo. Uno en un millon. Por eso me doy este lujo de pasearme con los ojos por otros lados que no sean los cajones de la oficina.
Hoy tengo un muy buen dia. Tome un cafe que me sento genial.
Una lectura buena, justo a tiempo tambien.
Tendria que hacerme una lista de todos los autores y titulos que recomiendas pero creo que voy a pedirte ese favor.
A... y ese libro que al final nunca cayó en mis manos.