La vida se puede diluir en una sola palabra. Al pronunciarla, escuchándola. Aparece y el resto se hace enano, apenas insignificante. Los colores son otros, muchas veces desconocidos. Los olores se convierten en recuerdo inútil. El tiempo se estira para que podamos acomodar eso que oímos. Una palabra es el mundo.
Entonces, la vida toma la cadencia de una puesta de sol eterna. Vista desde cualquier lugar porque eso ya no cuenta. Lo importante es descifrar el significado.
Será después de elegir ruta cuando el resto del lenguaje se ordene de nuevo. Amistad, progreso, vida, sueño, batalla, sombra, peligro, juego, todas significarán cualquier otra cosa. El cosmos se construye desde la primera y el resto se coloca formando un universo por explorar. En ese miedo con el que cargamos de principio a fin.
La vida se puede diluir en una sola palabra. Casi siempre en esa que jamás pronunciamos y que si escuchamos es porque otro la recibe como un yunque que golpea en los talones. Todos tenemos la nuestra. Todos tenemos la de todos.
Encrucijada. Qué pocas veces nos toca, qué pocas veces asumimos que el cruce de caminos nos trazará la sombra con líneas perpetuas aunque neguemos una y mil veces. Y después de encrucijada, Yo. A partir de aquí cosmética que nos hace parecer lo que no somos. Amor, amistad, honor, futuro, ilusión, esperanza. Otro yo hasta la próxima encrucijada. Hasta que la vida se niegue a serlo. Hasta que todos los tú sigan caminos diferentes sin esperar a yo.
Encrucijada. Yo. La de todos. La nuestra. Un mundo pequeño. Dentro del cuenco de una palabra.
Toca que el sol se eleve. Y mirarlo desde la butaca que nos prepararon desde el principio.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
7 comentarios:
Me ha gustado lo de la cosmética del Yo. Pero al menos los productos que tú nombras nos disfrazan de buenos: amor, honor, amistad... nos hacen mejorar la vida de los demás, y también un poquito la nuestra propia. Qué decir entonces de los que utilizan el materialismo, el consumismo, la competitivad a ultranza como moneda de cambio diaria.
Has escrito muchas palabras y entre ellas no estaba el destino. Quizás el cuenco de esa palabra es demasiado grande. Tal vez porque el mundo está en sus manos. La tememos porque acecha mientras nos paralizamos en nuestra encrucijada particular. Da igual el camino que tomemos, esa palabra hace que el mundo gire y que después de cada puesta de sol haya un amanecer.
No, no creo en las palabras en abstracto, tampoco en las sin destino definido. Así son maleables y totalmente prescindibles. Pero me asustan, y estoy con usted en su razonamiento, aquellas palabras que pueden adquirir la velocidad de un proyectil y la finalidad ideada por una mente criminal, sin que una ni otra queden de manifiesto más allá del resultado conseguido. Me asustan las palabras que se suelen decir por decir pero con destino determinado y con los sensores precisos para desembocar en su destinatario. Después suele ocurrir todo lo que usted dice. Hay que empezar cada vez y cada vez con menos esperanzas de conseguirlo.
Si nos fijáramos un poco nos daríamos cuenta de que aparentemente se suele hablar cada vez más por hablar, pero lo más curioso es que quienes menos lo hacen son los que suelen presumir de ello. Sus razones tendrán, ¡seguro!
Vivir fuera del cuenco... El mundo puede sostener a unos pocos atrevidos.
yo es que estos textos tan profundos los lunes como que no los pillo.
bueno, ni los martes.
de hecho no los pillo nunca. a mí es que en verano, con el aplatano del calor, es que me sacas de La Noria y Belén esteban y se me vuelve todo kierkegaard.
Debo reconocerle que seguramente yo tampoco he sido capaz de entender lo que nos quería decir, y que he dicho lo dicho por el simple placer de meter el cazo. Releído su escrito suscribo lo que nos dice la Señorita Puri. En mi caso hasta Belén Esteban empieza a resultarme inaccesible, de lo que en forma alguna me lamento.
Hola G.
No sé, creo que también me he hecho un lío.
Pero este verano la palabra más importante para mí es "piscina".
Una piscina es como un cuenco con agua y personas dentro. Bueno, y mucho sol, eso también.
Un beso
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