- Bienvenidos al infierno. Mi nombre es Satanás. Durante toda la eternidad vais a coceros en esas calderas que podéis ver a vuestra derecha. Los padecimientos serán horribles y nada que podáis llegar a intuir se acerca a la realidad. Espero que vuestra estancia sea horrorosa. Horrorosa de verdad.
- Perdón, señor Satanás. Verá, es que a mí me habían dicho que todo esto era un cuento chino, que ni usted ni este lugar existían. Por eso me descuidé un poquito mientras vivía. Quisiera tener otra oportunidad. Me siento engañado. ¿No podría usted resucitarme un par de días para arrepentirme y eso?
- Vaya, un gracioso. A ver que alguien introduzca este alma en la caldera a presión. Mil doscientos años. Y si grita otros setecientos. ¿Alguien quiere decir algo más?
- Sí. Mire, yo no debería estar aquí. Se trata de un error. Seguro. Fui un modelo de bondad mientras vivía.
- Joder, siempre la misma canción. Venga, se acabó, todos a las calderas. No quiero escuchar una palabra más. Y lo digo también por ti. ¿Se puede saber qué coño haces? He dicho que entres.
- Señor Satanás, soy escritor y estaba fijándome en algunos detalles. Me gustaría en los ratos que no sea torturado poder escribir. ¿Podré?
- A este le devolvéis. Al limbo, al cielo, de vuelta a la vida, lo que sea. No quiero follones.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
10 comentarios:
Joe, Gabriel, ¿ponerme a escribir a mi edad? Pues nada, que disfrutes del paraíso, yo voy eligiendo caldera.
Muy bueno, Gabriel, muy bueno.
Un abrazo.
Maat
Y así fue como Ana Rosa Quintana siguió publicando
Yo ya tengo la pluma en la mano, por si acaso. Ese Satanas es mas malo de lo que creia
Pobre Gabriel, a los escritores no os quieren ni en el infierno.
jajaajajaj genial, Gabriel.
Señorita Puri no he podido soltar una carcajada al leer su comentario...jajajaja afinadísimo jajajajajaj
Un abrazo.
Si por esto el mundo está lleno de escritores y de gente que quiere serlo. No ves si duran los condenados.
¿Y la terrible revolución cultural de Mao sólo sirvió para esto?
No, no se puede confiar ya ni en el infierno para hacernos iguales.¿Habrá que levantar una bandera a favor de los críticos literarios para conseguir una entente cordiale?
Dicen que todos tenemos nuestro San Martín,¿y el de ustedes?
Que bueno seria si así como nos enseñan a escribir para comunicarnos, nos enseñaran a cantar, pintar, bailar, tocar, construir, de la misma manera y con la misma intensidad.
Yo creo que no existe ni el cielo ni el infierno, que cuando nos vamos nos fuimos. Pero sí creo en la vida del alma hasta que se apaga, hasta que pierde el calor después de dejar el cuerpo con sentimientos que espero sean redentores.
¿No hacemos ya eso, escribir en los ratos en que no somos torturados?
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