Se mira en el espejo. Un castillo de naipes. Perfecto. Alarga la mano. Encoge el dedo índice y apoya la uña en la yema del pulgar. Sabe que si hace fuerza y suelta el dedo hasta que se estire todo habrá acabado. Su castillo. Y piensa. ¿Por qué no?
Soportan el peso de la baraja el as de picas, el siete de corazones, tres de tréboles, dama de picas, rey de diamantes. Observa con atención. Si una cae arrastrará al resto. Piensa. Familia, dinero, yo, tú, el eterno amor no correspondido, el eterno reproche, lo importante, lo accesorio. Yo.
Presiona con el pulgar. Ahora es cuando el índice sale con fuerza hacia delante.
Las cartas caen. Ya es capaz de ver su reflejo. Nada es como antes. La pregunta era la contraria. ¿Por qué sí?
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Soportan el peso de la baraja el as de picas, el siete de corazones, tres de tréboles, dama de picas, rey de diamantes. Observa con atención. Si una cae arrastrará al resto. Piensa. Familia, dinero, yo, tú, el eterno amor no correspondido, el eterno reproche, lo importante, lo accesorio. Yo.
Presiona con el pulgar. Ahora es cuando el índice sale con fuerza hacia delante.
Las cartas caen. Ya es capaz de ver su reflejo. Nada es como antes. La pregunta era la contraria. ¿Por qué sí?
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
6 comentarios:
Porque ella forma parte de ese castillo Y cada carta es importante. Aunque el peso de la baraja la haya hecho cambiar, si el castillo desaparece, también ella desaparece . Nada volverá a ser como antes.
A veces nos empeñamos en querer cambiar las cartas, cuando son ellas las que juegan su propia partida. Sólo somos un comodín.
Chapeau! Gabriel, este es uno de los mejores textos que he leído aquí.
Destrozar algo, una vida, por un impulso... Somos racionales y deberíamos actuar en consecuencia. "¿Por qué sí?" se lo debería haber preguntado antes.
Hola G.
Creo que cada uno sabe cuando su castillo se desmorona pero algunos se empeñan en reconstruirlo con pegamento ultra-rápido. Y, sin querer, se ven incrustados con peligro a perder algo de piel en el desprendimiento.
A otros les pesa casi lo mismo el por que sí que el por que no.
Y otros soplan por descuido.
Nunca se sabe.
Un abrazo
Pensándolo bien, no debió hacerse esa pregunta delante de un espejo. Nunca se ven las cosas tal y como son, sino del revés.
Y como sabemos si la pregunta que debemos hacer es porque si o porque no?
...ufff ¡¡¡
Pararse, contar hasta 1000 si es preciso..Si, si o si no.
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