28/9/09

Exclusivo


El problema de querer sentirse exclusivo es que nunca se logra serlo. Cualquiera desea ser el hombre único de la mujer que eligió en su momento o la mujer que representa lo único en el mundo; ser el adulto insustituible que hijos, sobrinos o nietos, buscan cuando se ven en aprietos; el amante perfecto; un amigo que no puede faltar y que no se podría cambiar por ninguna otra cosa. Ser exclusivo para sentir que la necesidad se hace aliada, para que la ausencia pese en otros cuando se hace un gesto de retirada lleno de soberbia. Porque ese deseo está lleno de eso, de soberbia. Pero el problema de querer sentirse exclusivo es que nunca se logra. Y la vida se llena de decepción, de incomprensión y de soledad.
Se ocupa el lugar que te dejan. Nunca el deseado. La importancia de lo que haces o dejas de hacer es relativa, unas veces importa y otras pasa desapercibido. El mundo está lleno de sustitutos. Cuando quieres aparecer encuentras tu hueco ocupado por el que crees que es un advenedizo y ventajista. Cometes un error y te ponen al final de la fila y todo lo anterior parece desaparecer como por arte de magia. Esfuerzos que sirvieron y que, sencillamente, ya no.
Nada hay peor que sentirse uno más. Nada hay más doloroso que perder un lugar privilegiado y ocupar el asiento que siempre miraste con miedo.
Soy especialista en ser exclusivo y perder mi condición a los diez minutos. O a los diez años. Eso es igual puesto que el pasado se reduce a lo que tarda el pensamiento en revisarlo. Cuestión de décimas de segundo. He ocupado lugares de privilegio perdidos, bien por cometer errores, bien porque el otro decidió que otra persona era la adecuada para estar allí. En cualquiera de los casos, busqué la razón pidiendo perdón, pidiendo explicaciones cuando no entendía nada. La culpa si la hay se multiplica, la rabia crece y no deja respirar, la pena llena el ademán al decir adiós. Porque no hay perdón. Si pierdes algo ya nada será nunca igual. No somos dioses bondadosos que todo lo perdonan. No. Somos personas que necesitan jugar con ventaja para ganar la partida. La bondad divina es la venganza humana. Así es como funcionan las cosas. Al menos así se piensan en el momento en el que pierdes tu exclusividad.
Y el problema es que quieres ser exclusivo a pesar de fracasar una y otra vez.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano


11 comentarios:

Poma dijo...

La exclusividad es pasajera. Pero en algún momento lo hemos sido y lo seremos aunque sea apenas en un soplo.

Leido con exclusiva atención.

Carmen Neke dijo...

Vaya, hoy que tenía yo el ego por las nubes, y me lo has dejado del tamaño de un garbanzo. Como no publiques cosas más animosas voy a dejar de leer tu blog, advierto.

Anita Noire dijo...

Todos en algúnn momento, somos o hemos sido exclusivos para otro, y otro lo ha sido para nosotros. Como digo en mi propio estado de hoy, exclusivos y excluyentes, porque cuando uno quiere ser exclusivo termina por excluir lo que entorpece esa exclusividad. Durá más o durará menos, pero sentir esa exclusividad para con otro y del otro para contigo, como dicen los de Visa- Mastercard, ¡no tiene precio!

Ginebra dijo...

Bah, no hay primeros ni últimos. El lugar de cada uno es distinto y único, y no puede ser ocupado por otro así que no se pierde. Sólo hay que saber disfrutarlo.

Edda dijo...

Yo no relacionaría exclusividad con privilegio o fracaso. La exclusividad es una forma de ser, no de ganar o perder. Cada uno es único e irreemplazable. Sentirse así no debería depender de los demás.

Unknown dijo...

Sentirse exclusivo, depende de los demás. Ser exclusivo, depende de uno. Los amigos verdaderos son todos exclusivos, únicos, insustituibles.Los hijos, también.
Los sustitutos, no ocupan nunca el lugar de alguien exclusivo, excepto en las relaciones de pareja.
Y si, no tiene precio!

Ana María dijo...

La exclusividad... es como la sombra, que aunque vayas detrás de ella horas, una vida entera, no la alcanzas. La exclusividad del "EGO".
Pues por otro lado cada uno somos únicos e irrepetibles.
La soledad o el sentimiento de no ser imprescindible es algo relativo.
Nuestro cerebro, a veces, no sabe que hacer para "volvernos locos".

Isadora dijo...

¿Somos lo que pretendemos o creemos haber conseguido por meritos propios, o tan sólo lo que los demás están dispuestos a reconocernos?
Siendo como soy una yoista empedernida, creo que los desplazamientos del lugar que presumimos nos corresponde causadas por decisiones ajenas siempre me han importado muy poco, en cambio si me han hecho y me seguirán haciendo sufrir las percibidos por criterios propios: impresiones, sensaciones, percepciones, y hasta opiniones aunque lo fueran sin demasiado fundamento.
¿Soberbia? Quizás aún me quede corta, pero la autocrítica suele ser más demoledora que el juicio de terceros.

POPY dijo...

Hola G.
Me hallaba en la creación de un escrito titulado "Rellenando huecos" y se trataba del tema que hoy has tratado.
No lo voy a acabar pues creo que tu texto dice lo que yo quería decir pero mejor.
Aunque pienso que para unos hijos los padres son exclusivos y viceversa.

Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

Todos queremos ser exclusivos a pesar de fracasar una y otra vez.. porque no???
Por cierto.. "los sustitutos" es tambien una pelicula por diosss no vayais a verla es mmmm nefasta...
No quisiera yo tener un sustituto.. yo quiero ser exclusiva y única como bitter kas...

Gabriel todo un placer leerte...

núria dijo...

Exclusivamente para usted. Felicidades!
Parece que hoy es su santo.