13/10/09

Constelaciones


Desconozco si la influencia de la luna sobre las personas es algo que los científicos hayan podido verificar. He oído que la luna nueva o llena hace que las mareas se modifiquen, que el número de nacimientos es más elevado si la luna está así o asá y que el número de asesinatos aumenta o disminuye dependiendo de la fase lunar. No sé si es cierto, si alguien se ha ocupado de investigar estas cosas o si es una idiotez. Lo que si tengo como cierto es que, cada noche, está donde toca. Y eso es lo importante. El gran problema aparecería si faltara, si una noche cualquiera alguien la buscara con la vista y no fuera capaz de encontrarla. El desastre sería mayúsculo. El sistema solar, seguramente el universo entero, se vería afectado.
Si al despertar estiramos el brazo buscando su cuerpo y no está, si tenemos que imaginar un beso o un abrazo, si tenemos que tomar una copa apoyados en la barra del bar sin poder decir a alguien cómo nos sentimos, el universo entero se hace añicos. Somos los reyes de nuestro propio sistema solar, tenemos nuestros satélites colocados en el lugar exacto, cientos de constelaciones nos envuelven (es eso que llamamos entorno) y el equilibrio es tan frágil que asusta pensarlo.
Dibujar el cosmos de cada cual se hace con trazo fino, cuidado. Y un borrón hace que tengamos que empezar de nuevo. Por pequeña que sea la mancha nos vemos obligados a tomar papel, regla y compás. El problema es que el borrón sea el hacedor de ese pequeño cosmos. Cuando alguien advierte que ha sido borrado de otros universos (siempre llega tarde la noticia) está perdido. Cuando alguien advierte que ya no es el centro de su propia existencia intenta modificar su situación, su lugar, sin percibir que lo que hace es borrar para siempre lo que fue. Se convierte en un espectro. Y el problema mayor es que las lunas personales son escurridizas, hacen ir de aquí para allá sin explicación alguna. Una noche cualquiera echas un vistazo alrededor y no te queda ni una. Adiós universo. Adiós para siempre a uno mismo.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

5 comentarios:

Anita Noire dijo...

Sí. Pero nos reinventamos una y otra vez por pura necesidad vital. Una vez producida la hecatombe, necesitamos recomponer nuestro universo de nuevo. Necesitamos que las cosas vuelvan a ocupar el lugar que le corresponden o, lo que a menudo resulta más sencillo y menos engañoso,dejar de recomponer para crearlo de nuevo. Por eso, precisamente por eso, esperamos o provocamos la llegada del "Big Bang". Con esa explosión, nos expandimos y creamos un nuevo sistema solar donde volver a sentirnos en casa.

Anita Noire (Que se sabe sagiturna)

Isadora dijo...

A eso se arriesga uno cuando se limita a echar un vistazo de vez en cuando. No se trata de que le muevan a uno la silla, que ya genera cierta inestabilidad y desequilibrio, sino que le dejen sin silla e, incluso, sin lugar dónde ubicarla si fuera capaz de encontrarla de nuevo. Pero, ¿no es precisamente eso lo que nos anima a estar vivos y despiertos?

Poma dijo...

"La materia no se creoa ni se destruye solo se trasforma"


El poder de adaptación al cambio, sin dejar de "Ser".Si el universo se esfumó,centremonos en nuestro sol(nuestro interior)Tal vez, veamos aparecer nuevos satelites.

Edda dijo...

A mí me basta con saber que está, aunque no la vea.
Sé que alguna noche no saldrá y que otras no habrá más luz que la suya. Sé que aunque esté, habrá noches que prefiera ocultarse. En nuestro entorno, todos tenemos nubes, algunos hasta nubarrones. Pero las nubes se van, y la luna vuelve a salir, porque siempre está ahí, aunque no la vea.

Carmen Neke dijo...

Que no Gabriel, que el ser humano es como las cucarachas, capaz de sobrevivirlo todo. Pero todo, todo, la historia nos lo ha demostrado de sobra. Y encima algunas personas son capaces de mantener toda su dignidad personal en ese proceso de supervivencia.