4/10/09

Tostón


Los visillos se encienden y la luz se alarga oblicua. Gimena juega a ser mayor. Riñe a los hermanos que no le hacen caso. Insiste, una y otra vez, cruzando los brazos y golpeando con el pie la madera del suelo. La luz parece tumbarse en el aire esperando clavarse en algún niño que cruce la habitación. Venga, haced caso a la hermana porque, al final, terminará llorando, les digo. Nada. Opto por ser el más obediente. Me dice que hay que colocar sus cacharritos en las cajas. Los platos apilados a un lado, los cubiertos colocados uno tras otro respetando color y forma, de vez en cuando me ofrece té o café que bebo con gusto, casi como si fuera verdadero. Mientras, pienso.
Ayer, después de invadir la casa de nuestra buena amiga Loles, comer de maravilla y mantener una estupenda sobremesa, decidimos ir al cine. Gonzalo, dos de sus amigos, Guillermo y yo mismo. Los cinco estábamos deseando ver la segunda parte de Rec. Una tonelada de palomitas, los refrescos más grandes que encontramos, móviles en modo silencio.
Me sorprendió que el público fuera muy joven, que entraran riendo a carcajadas y que lo hicieran en grupos de diez o doce personas. Pensé que ya se les pasaría la risa nerviosa del que se enfrenta al terror aún siendo mentiroso. La sala estaba a medio llenar. Otra sorpresa. Dos parejas en la fila delantera hablaban sin parar. Temía que continuasen haciéndolo durante la proyección. Y fue así.
La película resultó ser un auténtico tostón. Un desastre narrativo. Bastante lógico cuando el director se intenta imitar a sí mismo. Cualquier cosa que sucediera terminaba con un personaje corriendo hacia otro. El primero con sus ojitos rojos intentando morder al otro que gritaba como un conejo. O con un susto provocado por uno de esos personajes de ojos rojos que aparecían de los lugares más improbables. De verdad que no se me ocurre nada más que decir sobre la película. Esta segunda parte es infinitamente peor que la primera.
Mientras me aburría de lo lindo, los cuatro catetos de la fila delantera seguían a lo suyo. Los jovencitos que medio llenaban la sala aplaudían un tiro entre ceja y ceja que hacía estallar la cabeza de un personaje de ojos rojos. Gritaban sin ton ni son fingiendo miedo. Es decir, se lo pasaron bomba. Ni me preocupé de pedir silencio. Yo, mis palomitas y el refresco éramos uno. Aburrido y deseando salir pitando de allí, pero uno.
Hemos terminado de colocar el ajuar de Gimena. Esta muy contenta. Y comienza a destrozar todo. Lo que estaba ordenado se convierte en un desastre. Hemos estado varios minutos colocando con mimo cada juguete y, en un instante, el esfuerzo se difumina entre la luz que entra por la ventana. Gimena es como el director de la película de ayer. Ha logrado que sus hermanos, entre risas, colaboren en un destrozo que no tiene ni pies ni cabeza. La única diferencia que alcanzo a ver es que el cine estaba a oscuras y aquí la luz es intensa.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

5 comentarios:

Isadora dijo...

Dos reflexiones a vuelapluma.¿No se trata siempre de eso, de volver a empezar siempre, casi siempre desde el mismo lugar, y si hay suerte hasta el mismo lugar? Y segunda; ¿no consiste todo en no pasar desapercibido? No digo que bien, que sería el colmo. Ni tampoco digo que mal, que supondría un esfuerzo. Sólo digo no desapercibido, y a ser posible con el mínimo esfuerzo. ¿No?

Edda dijo...

Cuando se alcanza la meta, el juego deja de ser divertido. Hay que encontrar la forma de que otros jueguen, aunque el juego no tenga ni pies ni cabeza y sea una pérdida de tiempo. Siempre se saca algo bueno: Atención, palomitas y refrescos :)

Ana dijo...

Ir al cine está muy bien. Pero lo de las palomitas y coca cola está mejor..., así uno se aburre menos en caso de "tostón".
Yo casi no concibo el cine a "palo seco".
Ordenar con un niño pequeño es saber que lo ordenado no durará más allá de 10 minutos, éso con suerte. Y qué placer es ordenar, jugar, lo que sea con ellos, sus caritas, sus frases, llenas de ilusión de ver que tú los ayudas en su aventura (la que sea. Se sienten importantes, escuchados, queridos.

Carmen Neke dijo...

Pobre niña, con lo chiquitilla que es y ya le estás vaticinando un futuro de directora de películas palomiteras malas...

araceli dijo...

No se me ha ocurrido ir a ver esa pelicula, y desde luego ya no lo voy a hacer.
Bien por Gimena, los movio a todos,y eso que es pequeñita.