- Don Dios, don Dios, hay un alma en la puerta discutiendo con don San Pedro. Dice que no quiere entrar de ninguna de las maneras.
- Hijo, ¿no será que está confundido? ¿Alguien le ha dicho que esto es el cielo?
- Claro que se le ha dicho. Del derecho y del revés. Pero grita que no soporta tanta alma alrededor. Yo no entiendo nada. ¿Qué podemos hacer, don Dios?
- Poca cosa, hijo. Seguro que se trata de Salinger. Prométele un espacio reservado por siempre jamás. Y la posibilidad de mirar desde un lugar alejado sin ser visto. No olvides entregarle papel y lápiz. Eso no lo olvides. Ah, que no se le ocurra a ningún alma de escritor acercarse a él. No quiero conflictos.
- Le mantendré informado, don Dios.
Dios se queda pensando. Ya tendré tiempo de pedir que me dedique un ejemplar del libro ese, el de Holden. Y sonríe.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
6 comentarios:
Bonita dedicatoria.
Núria A.
Bonita despedida....
Seguro que espera que no se le olvide, pero tampoco querrá que se le recuerde más de lo que se hacía cuando vivía. Será uno de los grandes que pervivirá en el recuerdo. Y yo espero que nadie sobrecarge ese recuerdo.
Hasta tarde, espero, Salinger.
Bonito epitafio. En no sé que blog comentaban que J.D. era muy parecido a Stanley Kubrick; tal vez esa entrevista que al mundo no dio, quizás se la dé en privado a algún angel. Claro, que tendrá que ser caído
Quien fuera Dios...
Muy Bueno .
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