Ha pensando en ese momento durante meses. Todo está perfectamente planificado. Un minuto para que la maquinaria tantas veces imaginada se ponga en movimiento.
Cenan. Pasean hasta su casa. ¿Una copa? Buena música. El tacto de las sábanas. Todo parece haber sido ensayado durante años. La excelencia de lo nuevo.
Me tengo que ir, escucha alerta. No puede ser, eso es tratarme como a una cualquiera, replica bajando la guardia. El temblor en la punta de los dedos. Vayamos poco a poco, escucha alarmada. He dicho que eso es tratarme como a una cualquiera, grita. Él mira inmóvil hasta que comienza a meter el botón por el ojal.
El ruido de la puerta es seco. Llega a la habitación para rebotar contra las paredes, una y otra vez, tejiendo una tela de araña. Podría estar escuchándolo el resto de sus días. Se agarra a la almohada. Cierra los ojos y comienza a dibujar la nueva maquinaria. Ya puede ver sus manos cruzadas sobre el pecho, oír el llanto de una viuda a la que se acercará para que pueda saber la verdad. Ella no es una cualquiera.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
2 comentarios:
Ella olvida que lo perfecto no se planifica, simplemente surge.
Estupida ella,que esperaba...
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