Siempre he pensado que ando mal de la cabeza. Bipolaridad, fragilidad emocional, inseguridad. En fin, la lista es larga y aburrida. Ahora bien, si observo mi entorno, creo ser uno de los tipos más estables del mundo entero, de la historia universal. Empiezo a preocuparme seriamente. Si soy capaz de considerarme medio normal es que el mundo se está viniendo abajo.
Gente miedosa hasta límites absurdos (todo el mundo teme quedarse sin trabajo, sin posibilidad de ser feliz, sin pareja, sin entradas para ver el partido del siglo, sin conexión a Internet).
Gente necesitada de compañía, de amor, de cariño (las pantallas de ordenador se han convertido en pequeñas agencias matrimoniales; las amistades y amores virtuales están sustituyendo a eso que siempre creímos era la verdadera amistad o el amor auténtico; la soledad se intenta maquillar con otra distinta (la propia sumada a la ajena), una fotografía es suficiente para imaginar un abrazo o un beso).
Gente dispuesta a decir lo primero que le pasa por la cabeza sin miedo a sentirse ridículo, sin miedo a nada porque todo vale. La libertad por la que tantos han sufrido tratando de conseguirla se convierte en el paraíso de los estúpidos que confunden eso, la libertad, con la posibilidad de airear y presumir de su idiotez.
Gente brillante e inteligente condenada a encontrarse y no poder abrir la boca para no ser maltratada por los mediocres que gobiernan países, empresas o grupos de presión. Gente brillante e inteligente que limita su aportación a entornos minúsculos, denostada por la masa. Hoy sirve ser muy idiota. O muy sinvergüenza. Sólo.
Gente que prefiere tener en casa a un perro antes que un niño sin pensar que caben todos, que deben estar todos. Ningún animal puede ponerse por encima de un ser humano. Supongo que es una secuela de esa soledad alimentada por otra de otro. Supongo que esto es la reacción a encontrarse en un islote desamparado y justificarlo como se puede.
Gente desquiciada que enfrenta los problemas desde la histeria, a base de aspavientos, gritos y violencia. Todos somos Rambo. Tan tontos como Rambo.
Los que saben de estas cosas dicen que estamos viviendo el declive de nuestra civilización. Todo apunta a que, realmente, es así. Mirando alrededor con calma la sensación de desorden es absoluta. Mi opinión personal es que el hombre que renuncia a parte de sí mismo (hoy pocos son los que se interesan por lo que no sea material) está condenado a desaparecer. Somos lo que somos. Lo material y lo espiritual. Nos pongamos como nos pongamos. Cuando lo importante para millones de personas es poder gastar una talla de ropa y no otra, cuando nuestro bienestar se asienta en utilizar objetos pagados a precios delirantes, o cuando nuestras vidas se van cerrando sobre sí mismas dependiendo de la técnica, cuando eso es lo importante, la cosa está más que difícil.
Empiezo a preocuparme seriamente. No debería considerarme medio normal. Y me estoy viendo casi obligado. Miedo me da.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Gente miedosa hasta límites absurdos (todo el mundo teme quedarse sin trabajo, sin posibilidad de ser feliz, sin pareja, sin entradas para ver el partido del siglo, sin conexión a Internet).
Gente necesitada de compañía, de amor, de cariño (las pantallas de ordenador se han convertido en pequeñas agencias matrimoniales; las amistades y amores virtuales están sustituyendo a eso que siempre creímos era la verdadera amistad o el amor auténtico; la soledad se intenta maquillar con otra distinta (la propia sumada a la ajena), una fotografía es suficiente para imaginar un abrazo o un beso).
Gente dispuesta a decir lo primero que le pasa por la cabeza sin miedo a sentirse ridículo, sin miedo a nada porque todo vale. La libertad por la que tantos han sufrido tratando de conseguirla se convierte en el paraíso de los estúpidos que confunden eso, la libertad, con la posibilidad de airear y presumir de su idiotez.
Gente brillante e inteligente condenada a encontrarse y no poder abrir la boca para no ser maltratada por los mediocres que gobiernan países, empresas o grupos de presión. Gente brillante e inteligente que limita su aportación a entornos minúsculos, denostada por la masa. Hoy sirve ser muy idiota. O muy sinvergüenza. Sólo.
Gente que prefiere tener en casa a un perro antes que un niño sin pensar que caben todos, que deben estar todos. Ningún animal puede ponerse por encima de un ser humano. Supongo que es una secuela de esa soledad alimentada por otra de otro. Supongo que esto es la reacción a encontrarse en un islote desamparado y justificarlo como se puede.
Gente desquiciada que enfrenta los problemas desde la histeria, a base de aspavientos, gritos y violencia. Todos somos Rambo. Tan tontos como Rambo.
Los que saben de estas cosas dicen que estamos viviendo el declive de nuestra civilización. Todo apunta a que, realmente, es así. Mirando alrededor con calma la sensación de desorden es absoluta. Mi opinión personal es que el hombre que renuncia a parte de sí mismo (hoy pocos son los que se interesan por lo que no sea material) está condenado a desaparecer. Somos lo que somos. Lo material y lo espiritual. Nos pongamos como nos pongamos. Cuando lo importante para millones de personas es poder gastar una talla de ropa y no otra, cuando nuestro bienestar se asienta en utilizar objetos pagados a precios delirantes, o cuando nuestras vidas se van cerrando sobre sí mismas dependiendo de la técnica, cuando eso es lo importante, la cosa está más que difícil.
Empiezo a preocuparme seriamente. No debería considerarme medio normal. Y me estoy viendo casi obligado. Miedo me da.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Charles Mingus -
11 comentarios:
Miedo me da a mí.Siempre me he considerado de lo mas normal. Y es ahora cuando me planteo,tal vez no sea el entorno el anormal, si no yo misma.
Nada que objetar al texto.
Me encanta lo que dices aquí. Tanto como para permitirme una ironía que, espero, recibas con gusto. Ya que andas mal de la cabeza, añade una cosa a la lista: tu percepción de la realidad está alterada… Esquizofrenia, please…
El mundo marcha genial y me temo que no está al tanto (el mundo y los mundiales) de tus observaciones. Vamos, que se la traen al pairo.
Y ya sabes, la boca bien cerrada. De lo contrario cualquier psiquiatra reputado firmaría gustosamente un parte que te llevaría directo a Shutter Island.
Vaya, pues ya puedo ir buscando alojamiento yo también en el Shutter Island ese. Porque siempre me he considerado una persona muy normal, equilibrada y con las ideas claras. Pero observando el mundo tal y como lo pintas tú (y estoy de acuerdo) veo que no, que realmente algo falla. Que los demás no son tan normales como yo. Es decir, que acabo de darme cuenta de que estoy como una cabra. Vaya, G., gracias. Con lo cuerda que yo estaba ;)
Las nuevas tecnologias nos han traido nuevas formas de comunicación que nos llevan a relacionarnos a través de una máquina dejando en el camino a las verdaderas relaciones ya sean de amistad o de otras indoles... realmente estamos como cabras o estamos acaso faltos de cariño.. o de comunicación.. afectividade... caramba... yo que sé ....
Vaya texto, interesante, estoy de acuerdo con Gabriel, la pantalla y una fotografía bastan para imaginar un beso, ese que ya ni te acuerdas de qué se siente, por lo lejos que queda en el tiempo el último. Un abrazo... en tu mente lo vives, mirando una foto, exacto. Triste. Y real.
Yo también estoy "como una cabra", y lo llevo muy bien, a veces hasta me gusto mucho, y... hay alguien cuerdo en este mundo de hoy?
Ah, Vera, NO hay esquizofrenia si no existe deterioro cognictivo en una persona. Aunque hubiera brotes psicóticos, delirios...(sería otro diagnóstico, no ése)
La esquizofrenia lleva incluído ese imprescindible deterioro mental básico, para que lo sea.
(Un apunte de nada)
Lo de los animales, tela. Un mendigo en la calle y miramos para otro sitio al pasar, nos da pena, pero no queremos sufrir ni formar parte unos minutos de su desgracia. Un pobre perrito en la calle, y un corro de niños y algún adulto llevándole comida y agua. sin comentarios.
Yo quiero a los animales, pero en su justo "lugar".Jamás haría daño a uno de ellos, tuve un precioso perro pastor durante trece años.
pero los seres humanos deberíamos ser eso: humanos.
Dificil ser "normal" tal cual está la sociedad hoy. Lo normal es estar loco.
Creo que está bueno perder la cabeza de vez en cuando. Yo soy miedosa por naturaleza y el perder el eje de vez en cuando me ayuda a ver sólo lo que quiero y aunque suene egoísta me hace bien.
BESOSSS
Profe, aqui te envio un ultimo escrito de un blog que tengo en una página gamberra. Como tú tas pasaó de las 150 palabras prescritas, pues yo igual... Es a raíz de tu comentario sobre las ciber.relaciones . Cuidate. La Gran Depresión está pagando fuerte. Están cayendo muchos a mi alrededor. En Madrid también?
Algunos piensan –y así lo denuncian muchos¬- que el ciberamor está acabando poco a poco con el amor “real” y “encarnado”, y que esta época de relaciones efímeras, multidimensionales o globalizadas marcará el fin de los valores “tradicionales” del amor.
Sería interesante quizás recordar que eso que todos convendríamos en llamar “amor” hoy en día - la exaltación del sentimiento y la emoción, la adicción a las sensaciones que despierta, el enamoramiento como eje y el romanticismo, en resumen- tiene su origen hace unos 300 años y fue revitalizado a partir de los años 40 y canalizado a través del cine (Hollywood of course).
Ya no podemos saber como se vivía el amor hace 1000 años, y aún menos hace 10000 años, que es tiempo que se suelen dar los chinos antes de emitir juicios sobre los cambios. Pero lo que podemos imaginar es que, por aquel entonces, las condiciones en las que se relacionaban las parejas eran harto diferentes, ya que envolvían sin lugar a dudas una dimensión espiritual en una época en la que poco -por no decir nada- quedaba al margen de la tradición.
No, no seré yo el que se asuste por los cambios que traiga la red. No creo que sea más nocivo o decisivo para el amor que el exceso de azúcares refinados que ingerimos a lo largo del día. El sentido del amor o de la amistad (un amor sin sexualidad) evoluciona a medida que evoluciona (quizás a la vista de los resultados convendría mejor decir “involuciona”) la civilización y el entorno cultural. Y como personalmente soy de los que piensan que todo va a peor, y que así es mejor, pues el fin del amor como lo conocíamos está cantado, como antes lo fue del concepto de familia, de la historia, de la modernidad…etc
En cuanto al Amor, que algunos nos esforzamos en diferenciar con mayúsculas, esa es otra historia, pues pertenece al ámbito de lo universal, y no está condicionado por el cambio ni las mutaciones que erosionan lo sensible. Pero difícil es hablar de lo intangible, por lo que me permito, como hacía Goethe en su época, introducir un poema:
Tengo que reconocer
que en mi agenda emocional
hay amores en minúscula y plural:
jirones de sensaciones y sentimientos pectorales,
rocío para mis deshidratados egos.
Hay amores suspiro,
ideales para las grandes superficies,
inmateriales y efímeros
como pompas de jabón made in china,
sueños de plástico brillante y malva
que nunca debieron salir de las pantallas.
Mas algunos arañan;
aunque muy pocos
nos desplazarán la yugular
y aun menos,
nos ayudarán a desaparecer.
Y luego está el Amor,
mayúsculo y singular,
como un gigantesco mar silencioso
en el que quizás nos bañemos alguna vez,
y que sabe a la sopita de enfermo
que suele hacer mi madre.
Ese alquímico fuego
no necesita ser nombrado:
no lo rodean las palabras,
no lo atrapan redes ni manos,
ni se desnuda ante un extraño.
No es el producto de una suma
ni el resultado de ningún hacer.
yo me cuadro cuando sin yo estar
se me arrebata el espíritu al oír llover
o cuando se pierde mi ánimo
con una nube
o cuando me despierto
en los brazos de una guepardo..
Cuando la estalactita
se une a la estalagmita,
cien mil años suspiran de alegría.
Cielos, porque acabo siempre siendo tan profundo!!!! Si yo quería hablar del cibersexo!!!!!!
hombre, normal, lo que se dice normal no sé, pero esa foto de la posguerra en blanco y negro no ayuda mucho.
Estoy totalmente de acuerdo con la señorita Puri, Gabriel luce mucho mejor en colores y de perfil.
Voilà.
Ana María, he dicho, "permíteme una ironía"...
Pero, puestos a apuntar... cualquier percepción de la realidad "subjetiva" podemos interpretarla como esquizoide si nos ponemos brutos.
Y yo soy muy, muy bruta. Tanto como para pensar que a veces, soy una esquizoide. En términos abstractos todo está permitido.
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