Hablan con tranquilidad. Uno frente al otro. Es la mejor forma de hacerlo porque sin mover un solo músculo pueden calmar el ansia acumulada por una mirada, un beso, el gesto que tanto le gusta a uno, esa forma de entrecerrar la boca al dejar una palabra sin acabar de decir que adora el otro. Pueden juntar ambas manos con ambas manos. Así se tienen. Sin perder detalle. Se sienten inmortales. Se saben eternos.
Ella cree evaporarse al escuchar que es sagrada, que sólo ella es capaz de remover lo oculto, lo que nadie más puede llegar a intuir que existe. Ni siquiera allí. Es imposible que lo que construye a un hombre otro lo pueda agarrar. El esqueleto sujeta la carne, lo que no se ve sujeta el ser.
Pero el reloj cumple con su trabajo. Comienza el tiempo de espera, de ideas agolpadas entre una próxima vez, quizás pronto. No hay espacio ni un puñado de minutos prestados. Y se despiden.
Mañana el despertador de uno, el dolor de espalda del otro. Un día más por consumir. Limpiar la celda, algo de deporte, lectura, perder el tiempo. Las malditas escaleras de la mañana, las de la tarde, la compra, recoger al crío, organizar ese desastre para que nadie lo note más de la cuenta.
Y antes de dormir pensar en lo sagrado. En serlo o en tenerlo al alcance de la mano cuando el tiempo corre más aprisa.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Till Brönner feat. Melody Gardot -
5 comentarios:
Son los gestos los que hablan por nosotros cuando somos sinceros. Cuando hablar no es necesario. No importa la distancia, ni el quehacer diario, y no hacen falta las palabras para conservar lo sagrado.
Es lo que hace que sea más intenso!!!
Saluditos
Este está en chirona por hereje.
..."organizar ese desastre para que nadie lo note más de la cuenta"
...
Ser o tener lo sagrado, que bonito y que quimera.
Hola G.
No sólo la estancia en la cárcel hace esa espera y ese encuentro tan intensos...
Un beso
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