16/3/10

Por encima de todos


Dicen que el olor es algo que nunca se puede olvidar. Pasan veinte, treinta años, y ese aroma que tanto te gustó cuando paseabas por las calles de El Cairo allí sigue, allá donde estés. Aunque, también, el olor de los muertos se queda para recordarte el juego en el que participas. Un guiso, la pradera de aquel verano, un puñado de la tierra que abandonaste. Todo huele, por siempre, en el recuerdo.
Debe ser por eso que tendemos a asociar lo que sea con un olor cualquiera, ni siquiera tiene que ser con el suyo. Nos sirve cualquiera que sea evocador. Las cosas cambian, desaparecen, aparecen en lugares extraños. Con su olor, con uno prestado. Ese que no cambia aunque la cosa no exista ya.
Todo tiene su propio aroma. El perro huele a perro, una manzana a manzana, la gasolina a gasolina. Pero, en realidad, olemos un recuerdo. Un perro huele a la casa de campo de los abuelos, una manzana a verano, la gasolina a aquel accidente en el que casi pierdo la vida.
Debe ser por eso, también, que a unos les gusta un olor y el mismo desagrada a otros.
De todos modos, hay un olor que está por encima de todos. Y debe ser por eso por lo que las mujeres huelen a talco. Todas sin excepción. Intentan camuflarlo para ser distintas sin saber que una mujer es (como todo en este universo) un símbolo, que si descubrimos lo que esconde una primera capa embustera encontramos la esencia, que la esencia de las cosas es siempre la misma, que siempre huele del mismo modo. Esta vez a talco. A maternidad, a ternura. A talco. A sensualidad, a delicadeza. A talco. A sagrado, a madre, a esposa, a hermana. A todo lo que es sagrado. A eterna compañía. A talco.
Y pasarán veinte, treinta años o la vida entera sin que ese aroma deje de estar.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

Kool and The Gang - Celebration






7 comentarios:

Edda dijo...

Y a mí que el olor a talco me recuerda a un bebé. A mi hermana. Cuando éramos pequeñas, porque ahora, como dices, disfrazamos la esencia. Tienes razón el olor no se pierde, sólo permanece dormido.

Araceli dijo...

Me encanta esa asociaciòn del olor a talco con la mujer.
Que bonito lo describes

MARIALE dijo...

Es una gran verdad lo de los olores, y para mi no hay un olor mas inolvidable que el aroma de las mandarinas...me transporta dieciocho años atras...el dia que nacio mi primogenito, no se que le habian puesto en el cabello, lo que sea olia a mandarina, jamas se me va a olvidar ese delicado aroma citrico, sencillo, humilde y natural.Tambien me recuerda a los dias frios de invierno y a unos niños que vendian mani tostado en la plaza de la ciudad donde vivia en esa epoca, yo era una niña como ellos, pasaba por donde ellos estaban haciendo su trabajo y pelaban mandarinas convidandose unos a otros. Pero alli se mezclababa el olor entre mandarinas y mani tostado, y eso me recuerda sus rostros con los labios partidos por el frio y sus manos tiznadas.Es cierto para mi los olores evocan nostalgicos recuerdos pero los aromas...los aromas me hacen revivirlos.

Carmen Neke dijo...

Los olores son como la magdalena de Proust, un olor inesperado te puede abrir la añoranza con mucha más fuerza de mil recuerdos compartidos. La última vez que me ocurrió fue cuando una amiga me mandó un libro de su esposo, y al abrir el paquete me llegó el inconfundible e inimitable olor a Ducados. Fue la experiencia más cercana al viaje astral que he vivido nunca.

Pero... ¿¿oler a talco?? Lo dudo mucho.

Poma dijo...

Y .....Sí.Mi abuela, mi madre...ese olor a talco.
Bonita descripción.

Unknown dijo...

Guauuuuu.. me ha gustado .. no sabes cuanto... mmmm ese aroma lleno de ternura.. cariño...

Genial ...

Ana María Lozano dijo...

Precioso. Los olores evocan, sí, sentimientos, recuerdos, te trasladan al pasado, a sitios, a personas, momentos...
El talco, su olor me recuerda a los bebés. Es cierto, es ternura ese mágico olor.