2/4/10

La ruta de la verdad


El hombre teme su propia ignorancia. Desconoce y siente miedo. Siempre ha ocurrido.
Debe ser por eso por lo que cualquier asunto que percibo fuera de mi control me inquieta. Me gusta afrontar cada problema sabiendo que existe una mínima posibilidad de éxito. Otra cosa distinta me parecería una locura. Incluso lo que es evidente lo reviso para comprobar que, efectivamente, lo es. Algo así como sonarme los mocos y mirar el pañuelo para quedarme tranquilo. Sé que veré algo repugnante aunque lo sigo haciendo una y otra vez. Intuyo que, un buen día, seré sorprendido por mis propios mocos. Tal vez aparezcan mezclados con un par de gotas de sangre. Ya veremos. Pasa lo mismo con las enfermedades. El que se muere quiere saber porqué. Si no hay diagnóstico claro el sufrimiento es mayor. Por el contrario, si te dicen que te mueres de cáncer ya lo puedes hacer tranquilo. Morirte, digo. Todos queremos saber de qué color son nuestros mocos.
Esto está muy bien, pero el problema es que sé que las certezas son esas cosas de las que siempre hay que dudar. Sí, es contradictorio, lo sé, pero es así. Al menos, eso creo. Suele ocurrirme que confundo las certezas con las convicciones personales. Como todo el mundo, por cierto. Convicciones personales que nos llevan a la ruina cada dos por tres. Por tanto, aun sabiendo hay que seguir temiendo a la propia ignorancia. Sentir miedo. Quizás más.
El ser humano desconoce y siente temor e inventa algo para hacerlo más llevadero. Algunos de esos inventos (convertidos en falsas certezas) son excepcionales. Dios existe, el hombre es bueno por naturaleza, los padres siempre quieren a sus hijos, puedo dejar de beber cuando quiera, después de la vida no hay nada, después de la vida hay todo, el amor es maravilloso. Pero a mí la que más me gusta de todas es esa tan universal que dice “lo único cierto es que nacemos para morir”. Frase tramposa hasta límites desconocidos porque también es cierto que nacemos para saber que lo cierto es que moriremos. Y tirando de ahí podemos llegar hasta Dios, por ejemplo. Saber, conocer, es la ruta necesaria para ser conscientes de lo poco que, realmente, sabemos. Terror. Miedo. Irremediable.
Construimos enormes mentiras desde el lenguaje intentando llegar a una verdad inexistente. Al menos oculta. Porque, ni siquiera, nuestros mocos son fiables. Nunca lo fueron. Nada lo es.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

Henry Crolla - These Foolish Things






4 comentarios:

Edda dijo...

Te olvidas del mejor invento: La relatividad.
Existen algunos hombres buenos, La mayoría de los padres quieren a sus hijos, es posible dejar de beber (y de fumar), el amor es maravilloso mientras dura. Está claro que nada es universal y que generalizar es un error. Como ves no he tocado un tema: ¿Dios exite? ¿Hay algo algo después de la vida y además es maravilloso? Ya lo veré cuando llegue, de momento no me inquieta. Bastante tengo con seguir la ruta que me marca la vida que me toca vivir (que no es mala, eh, no me quejo). Pero hay mucha gente que sí, que ya tienen bastante.
Cuídate esos mocos :)

Ana M. Lozano dijo...

La primera frase, una verdad como un templo. Esta otra frase: "las certezas son esas cosas de las que siempre hay que dudar."... menuda frasecita, creo que podría ser verdad, con lo que: horror!! ¿a dónde nos agarramos?
El miedo es el peor enemigo del ser humano. Casi peor que el odio.
Nacemos llorando, por irnos de ese sitio tan acogedor, sufriendo en ese canal oscuro, y aterrizar en este otro en el que desconocemos todo.
¿Dios existe? eso es algo que me tiene un tanto "trastornada" últimamente. Siempre he creído. Pero si se razonan cuestiones de la Vida... se llega a la 'conclusión' (espero que falsa) de que NO existe. Si Dios es Amor, que hace el Odio conviviendo en el mundo. Si Dios es Vida, que hace la muerte en las guerras?

Lo único que se me ocurre, es pensar lo que de niña escuché tantas veces: a Dios se llega por la Fe, no por la Razón.
Claro,y luego,búscate la vida...

Los psicólogos lo dicen, hay cosas que se escapan de nuestro control. Sufrir continuamente por eso, es estéril, inútil, pero inevitable. Unos menos que otros, suerte para ellos.

Anita Noire dijo...

Yo sólo creo en los peces de colores, los peces oki.

Poma dijo...

G.Ramirez en estado puro es este texto .
Muy bueno además.