Las dos mujeres suben charlando sobre lo apasionante del futuro. Una es repetidora, casi asidua. La otra acude por primera vez. Sólo quiere ver cómo es el sitio, la mujer que mira la bola, escuchar su voz.
Apenas esperan. La pitonisa le cuenta el futuro. Le desea mucha suerte y que se cumpla todo lo que ella ha visto.
- Venga, te animas.
- No, no. Mejor lo dejamos para otro día.
- Te lo pago yo, mujer. Es un momento.
La pitonisa mira el cristal. Con un gesto inesperado cubre la bola trasparente con un paño de colores vivos. Dice que no se puede concentrar. Parece nerviosa. Las dos mujeres se levantan con intención de irse. La pitonisa escribe en un papel. Se lo entrega a la mujer que se estrena. No lo abras hasta llegar a casa, le dice.
Las mujeres se despiden. Un par de besos. Mira como se va jugueteando con el papel que ha guardado en el bolsillo. Quiere tomar un taxi. Uno libre en la acera de enfrente. Levanta la mano, adelanta un par de pasos sin mirar. Los frenos del camión rechinan. Un golpe seco.
El médico forense busca entre la ropa de la mujer. Un collar, una cartera. Un papel. Doblado. Deshace los pliegues. Lee. No hay futuro, dice la única frase escrita con letra irregular.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
gato barbieri -
5 comentarios:
¿Te vas a pasar a la novela negra? joer, qué agorero. :)
Nunca me gustaron las bolas... del supuesto futuro,se entiende. El texto está en su punto. Cruel y triste. Me ha gustado. Debo ser algo morbosa.
Al escribir, a veces, se crea el futuro.
Menos mal que antes de empezar a leer, me he colgado el amuleto ¡¡
Sigue , sigue.
¡Hola! Joer Gabriel!!! Cuando te da el punto negro te da negro zaíno ¿eh?
Besos.AlmaLeonor
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