- ¡Es delicioso! Me recuerda al guiso que hacía mi madre los domingos. Un poco de carne, patatas, pimiento, cebolla y una pizca de sal. Y el punto secreto. Una cucharada de tomate. Si estaba frito mejor. De verdad que está buenísimo.
- Pero ¿se puede saber qué dices? Estás comiendo lentejas. Me tienes harta con tanto recuerdo y con tanta madre para aquí y para allá. Harta del todo.
- Pues yo creo que deberías ponerte contenta. Mi madre era una cocinera excelente.
- ¿Quieres más, amor?
- ¿Qué haces? Joder, a qué viene eso, me has puesto perdido. Madre mía.
- No pasa nada, los recuerdos no dejan mancha. Gilipollas.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
4 comentarios:
Madre mía.. madre mía.... algunos recuerdos son cansinos.. jejejejej
¡Hola! No hay peor mancha en una pareja que alabar los guisos de la madre y no los de la esposa... Bueno si... hay una mancha peor... ¡¡¡Que el gilipollas no cocine el guiso si tan bien lo recuerda!!
Besos.AlmaLeonor
Juassssss, tenía que ser salado.
No podía ser de otra manera. El recuerdo de una madre no puede ser agridulce. :)
Jaja, qué bueno...
Los recuerdos traen malas consecuencias, a veces.
Delicado tema musical.
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