Me suelen preguntar mis hijos (cada vez menos porque ya conocen algunas respuestas) y mis alumnos más jóvenes (con mucha frecuencia porque tienen ansia por saber y encontrar respuestas) qué es esto de la navidad. La respuesta menos agradecida por vacía y la que no satisface a ninguno de ellos se parece a esto: “la navidad es un negocio, todos los comercios utilizan este período para vender grandes cantidades de productos inservibles”. Es más una respuesta desde la ignorancia que el producto de cierta (sólo cierta) reflexión. Y por tanto, no sirve. A los niños y jóvenes no se les puede, ni se les debe, tratar como tontos de pacotilla. No voy a negar que el negocio está, que eso es lo que hay. Sería una estupidez. Pero guste o no (como otras tantas cosas que tenemos asumidas por cotidianas) se trata de un período de reflexión muy cercano al hecho religioso, a lo sagrado. Concretamente a la unión de lo sagrado y lo humano. Dios y hombre. No podemos olvidar que la unión entre ambos, entre el infinito (que es Dios, el ser) y lo finito (el hombre siempre insatisfecho consigo mismo, el hombre que crece como persona buscando despojarse de esa mortalidad tan incómoda) hace que el hombre se asome a la felicidad plena, que se acerque al infinito.
Pues bien, si la navidad es un negocio para muchos, el cristianismo es, en esencia, eso otro.
No se trata de convencer a nadie, trato de explicar.
Para evitar que se me acuse de catequizar, voy a intentar hacer una lectura antropológica y literaria de los pasajes que los evangelios de Lucas y Mateo utilizan para presentar este episodio (Juan y Marcos no lo mencionan).
Es curioso comprobar que en ambos casos se representa el nacimiento de Jesús (nada más y nada menos que el nacimiento del Hijo de Dios, de Dios mismo), se representa, decía, utilizando materiales narrativos singulares. ¿Quién gobierna el mundo conocido en ese momento? Augusto. Pues no aparece. ¿Quién es el Rey de los Judíos? Herodes. Tampoco está presente. ¿Escribas y fariseos? Ausentes. ¿Sumo sacerdote? Lo mismo. Tan sólo tenemos a una doncella (seguramente asustada y sin comprender nada de nada), a San José (que no es padre de la criatura), un par de animales (la mula y la vaca) y, San Mateo incluye a unos magos extranjeros (gente maldita, prestidigitadores) y San Lucas, por su parte, a un grupo de gañanes que andan cuidando sus rebaños. Qué curioso. Nace Dios y allí no hay más que pobrecitos y malditos. Es decir, los acomodados, los que creen tener todo hecho en la vida, ni se enteran. Los evangelistas eran mucho más modernos al escribir de lo que parece. La intención es clara y tremenda. Los materiales que faltan son los que convierten estos versículos en textos de calidad extraordinaria. La omisión del suceso utilizado para narrarlo. Lo mejor es comprobar que todos esos personajes, todos, aparecen más tarde, cuando piden a Pilatos que crucifique a Jesús de Nazaret. De eso si se enteran porque el que no quiere crecer como persona mata al hombre que es Dios. Es decir, lo mínimo que uno debe hacer en esta vida (ser persona y buscarse, encontrar la forma de evolucionar) tiene respuesta en la navidad.
No hace falta ser cristiano para disfrutar con un buen texto, ni para plantearse la razón de la existencia.
Quería hacer este breve e incompleto apunte sobre la navidad para adelantarme a los grandes almacenes que son los primeros en anunciarla. Ellos quieren vender más. Yo no quiero nada de nada. Si alguien lo desea que piense un poco sobre todo esto. Me sentiré satisfecho.
2 comentarios:
Algo debés querer para esta Navidad!! Pensálo que te lo mando por correo!
Besosss
Reflexionaré,una cosa está clara para mi, Cristianismo no es Iglesia.Las ideas, bases de la mayoría de religiones son buenas , las obras malísimas .... sigo pensando ..
Feliz Navidad a todos los comentaristas y autor de este blog.
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