9/12/05

Mi padre


Discutí mucho con mi padre. Sólo cuando supe que me quedaban unos meses para poder disfrutarle dejé de hacerlo. Trece meses diciendo sí a todo. Cuatro últimas semanas cerca de él viendo como se me moría sin poder hacer nada. Ni siquiera pude llorar todo lo que hubiera querido. Una sola noche me encerré en el cuarto de baño de aquella habitación que olía a tierra húmeda para desahogarme. Él pasaba las noches inquieto, apenas dormía, y aprovechaba para hablar con mi madre. Le recordó lo mucho que había significado para él. Que se moría sabiendo que dejaba intacto todo lo que construyeron durante cincuenta años. La noche siguiente ya no pudo hablar. Morfina, las piernas frías, una respiración sonora que me causaba terror. Sé que cuando murió debió pensar que lo había hecho todo muy bien, que se sintió satisfecho por ello, y que el miedo que decía tener a la muerte se convirtió en tranquilidad. 
No tuve tiempo para decirle una última vez que yo también le quería. Murió cuando yo no estaba. Andaba metido en una iglesia leyendo un libro de poemas. Esa vez sí hubiera discutido con él. Unos minutos, sólo unos minutos, coño.
Tengo a mi padre presente si río, si paseo, si juego con los niños. Siempre. Y siento que soy así por él, que me encanta disfrutar sabiendo que así pensaba eso o aquello, que todo lo bueno que tengo se lo debo. Y lo malo.
Hoy he contado esto a alguien. Aún no sé muy bien la razón. Ahora lo escribo porque son las cosas que no caben en una novela si no han pasado los años y la distancia empobrece el recuerdo. Es verdad que a mis personajes se les ha muerto su padre y he buscado explicaciones allí, pero es que a mí se me murió el mío, y por mucho que intente descargar desde la ficción necesito hacerlo desde lo que soy. Nada literario. Lo sé.
Dijo en público un millón de veces que adoraba a sus hijos. Pues eso, papá, yo también a ti.

3 comentarios:

Anita Noire dijo...

Muy bueno. Uno lee un texto como éste y al final, con el corazón que se le encoge porque es una escena vivida, sólo puede decir pues "cosas y eso".

Anónimo dijo...

Tu puedes ir colgando este post mil veces y las mil veces que lo lea no dejaré de recordar una escena tan similar que aún hoy me duele.

Núria A.

Ana María Lozano dijo...

Lamentablemente, injustamente cruel lo narrado en el texto. Muy triste.
Que te llame tu madre por teléfono de madrugada, con el sobresalto obligado del "ring" a esas horas para decirte, con voz trágica y desesperada: "papá está muerto", (de repente, joven aún, muerte silenciosa pero no menos cruel y desgarradora) es lo peor que uno puede escuchar.
Esa noche, mi padre me había telefoneado varias veces... y muy triste, nunca lo hacía de ese modo. Curioso Increíblemente telepático. ¿Llamó para despedirse de mí sin ser consciente de ello? ¿Sabía que se iba esa noche... a nivel insconsciente?
Misterios del Más Acá y del Más Allá.
AMLD