Hace unos días escribí una frase en mi cuaderno. Intentaba recordar lo que decía Nietzsche en “La gaya ciencia”. Lo dejé sobre la mesa del despacho y me olvidé del asunto.
El mayor de mis hijos lo leyó ayer. “La humildad es la predicación de la propia vulgaridad”.
- ¿Qué significa esto?
- Pues viene a decir que el que dice “no, no, prefiero no llegar a ser presidente del gobierno, no quisiera tener esa responsabilidad” lo que dice, en realidad, es “nunca podría llegar a ser presidente del gobierno, aunque quisiera”. Lo que pasa es que no lo sabe o no lo quiere ver. Nietzsche escribió eso mientras hablaba de las clases sociales y se refería a los esclavos. Él creía que había mucho esclavo y poco superhombre.
- Y ¿quién es esclavo?
- Pues, por ejemplo, los católicos. Sus creencias les impiden progresar como personas, llegar a ser superhombres que pueden prescindir de una invención que no permite al ser humano ser más que un gusano. Se agarran a la religión para tapar sus carencias y cargar el mochuelo a su Dios. Y así nunca te desarrollas como individuo, te quedas a mitad de camino.
- Entonces, si le digo a un amigo que no quiero ser como él ¿le estoy diciendo que me gustaría pero no puedo?
- No, no, no. Lo que no se puede es ocultar algo con la excusa de ser humilde. Eso es lo que criticaba ese filósofo.
- A mí me parece que lo que se esconde es rabia.
- Un escritor que se llamaba Borges defendía que la humildad es la peor forma de soberbia. Creo que fue él. Es algo parecido a lo que dices.
- Otro que esconde rabia.
Explicar estas cosas a un chico de doce años tiene su complicación. Dices cosas inexactas, dejas a medias la idea para no liar más a la criatura y te queda la sensación de no haber atinado con lo dicho. “Ya tendrá tiempo de leer y sacar sus propias conclusiones” suelo pensar para quedarme tranquilo.
Hoy le he visto un momento antes de salir de casa.
- ¿Qué es mejor, ser esclavo o superhombre?
- Pues, según Nietzsche, superhombre. Él estaba convencido de serlo.
- Pero ¿no es injusto que estemos divididos en una cosa y otra?
- Me temo que él acusaba a los esclavos de llegar a ese punto porque se lo buscaban. La culpa es de cada cual.
- No me gusta ese señor.
- No has leído nada de él.
- Pero tú sí. Y para eso están los padres, para explicar estas cosas. Aunque, a veces, preferiría que me engañases. Ahora voy a ver esclavos y superhombres en cada esquina. Y no me gusta la idea. Tú me has enseñado que no debería haber diferencias entre los hombres y ahora resulta que las hay según desde donde se mire.
- No hay que creer las cosas sin pensarlas.
- Ya, ya, pero esas frases tan bonitas se te quedan grabadas y no son ninguna tontería. ¿Cómo murió?
- Loco, en un manicomio, le digo y él sonríe como diciendo que ya lo sabía él. Espera un momento antes de irte.
Le he apuntado un aforismo de Aristóteles. “El hombre que se mantiene en el justo medio lleva el nombre de sobrio y moderado”. Pues aprende esta de memoria, le he dicho al despedirnos.
He llevado al pequeño hasta el colegio pensando en lo que nos habíamos dicho. Los padres están para eso, para explicar las cosas. Pero Gonzalo quiere que alguien le explique la vida entera. Y me siento incapaz. Quizás por miedo. Aún tiene edad de creer que la vida se reduce a lo que conoce, a querer ser igual a su amigo o no, a seguir caminando en una dirección única. Es pronto para que sepa que la existencia según Nietzsche puede ser tan real como la de cualquier otro pensador. Difícil, sucia o terrible al fin y al cabo. Estupenda o gratificante por irrepetible, al fin y al cabo también. Y no quiero que sepa que Aristóteles y un buen puñado de pensadores murieron seguramente locos. Por eso me repito que ya tendrá tiempo. Aunque no sirve.
El mayor de mis hijos lo leyó ayer. “La humildad es la predicación de la propia vulgaridad”.
- ¿Qué significa esto?
- Pues viene a decir que el que dice “no, no, prefiero no llegar a ser presidente del gobierno, no quisiera tener esa responsabilidad” lo que dice, en realidad, es “nunca podría llegar a ser presidente del gobierno, aunque quisiera”. Lo que pasa es que no lo sabe o no lo quiere ver. Nietzsche escribió eso mientras hablaba de las clases sociales y se refería a los esclavos. Él creía que había mucho esclavo y poco superhombre.
- Y ¿quién es esclavo?
- Pues, por ejemplo, los católicos. Sus creencias les impiden progresar como personas, llegar a ser superhombres que pueden prescindir de una invención que no permite al ser humano ser más que un gusano. Se agarran a la religión para tapar sus carencias y cargar el mochuelo a su Dios. Y así nunca te desarrollas como individuo, te quedas a mitad de camino.
- Entonces, si le digo a un amigo que no quiero ser como él ¿le estoy diciendo que me gustaría pero no puedo?
- No, no, no. Lo que no se puede es ocultar algo con la excusa de ser humilde. Eso es lo que criticaba ese filósofo.
- A mí me parece que lo que se esconde es rabia.
- Un escritor que se llamaba Borges defendía que la humildad es la peor forma de soberbia. Creo que fue él. Es algo parecido a lo que dices.
- Otro que esconde rabia.
Explicar estas cosas a un chico de doce años tiene su complicación. Dices cosas inexactas, dejas a medias la idea para no liar más a la criatura y te queda la sensación de no haber atinado con lo dicho. “Ya tendrá tiempo de leer y sacar sus propias conclusiones” suelo pensar para quedarme tranquilo.
Hoy le he visto un momento antes de salir de casa.
- ¿Qué es mejor, ser esclavo o superhombre?
- Pues, según Nietzsche, superhombre. Él estaba convencido de serlo.
- Pero ¿no es injusto que estemos divididos en una cosa y otra?
- Me temo que él acusaba a los esclavos de llegar a ese punto porque se lo buscaban. La culpa es de cada cual.
- No me gusta ese señor.
- No has leído nada de él.
- Pero tú sí. Y para eso están los padres, para explicar estas cosas. Aunque, a veces, preferiría que me engañases. Ahora voy a ver esclavos y superhombres en cada esquina. Y no me gusta la idea. Tú me has enseñado que no debería haber diferencias entre los hombres y ahora resulta que las hay según desde donde se mire.
- No hay que creer las cosas sin pensarlas.
- Ya, ya, pero esas frases tan bonitas se te quedan grabadas y no son ninguna tontería. ¿Cómo murió?
- Loco, en un manicomio, le digo y él sonríe como diciendo que ya lo sabía él. Espera un momento antes de irte.
Le he apuntado un aforismo de Aristóteles. “El hombre que se mantiene en el justo medio lleva el nombre de sobrio y moderado”. Pues aprende esta de memoria, le he dicho al despedirnos.
He llevado al pequeño hasta el colegio pensando en lo que nos habíamos dicho. Los padres están para eso, para explicar las cosas. Pero Gonzalo quiere que alguien le explique la vida entera. Y me siento incapaz. Quizás por miedo. Aún tiene edad de creer que la vida se reduce a lo que conoce, a querer ser igual a su amigo o no, a seguir caminando en una dirección única. Es pronto para que sepa que la existencia según Nietzsche puede ser tan real como la de cualquier otro pensador. Difícil, sucia o terrible al fin y al cabo. Estupenda o gratificante por irrepetible, al fin y al cabo también. Y no quiero que sepa que Aristóteles y un buen puñado de pensadores murieron seguramente locos. Por eso me repito que ya tendrá tiempo. Aunque no sirve.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
3 comentarios:
Si, no se como decirte lo que me ha gustado este post.
Verás pienso que casi todos estos genios acabaron locos porque pensar enloquece (como el titulo de mi blog, no el erotico claro)
Las personas que dejan conducirse, no tienen que pensar, ni organizar, ni nada de nada, sencillamente dejarse llevar, por una leyes sociales o...no me sale la palabra.
Es una actitud cómoda y son los felices, los conformistas, etc. como los que se mantienen bajo una religion (la que sea) que hacen mal y sencillamente van y descargan su conciencia para seguir limpios haciendo mas de lo mismo.
Los pensadores (no tienen que ser grandes o reconocidos) son los que acaban locos.
Es mejor ser super lo que sea, siempre...si el ser humano hubiese sido conformista y se hubiese acomodado no estariamos escribiendo en internet por ejemplo.
"losesclavos" se pueden quejar del duro trabajo, de las ordenes, etc
pero viven mucho mejor.
Asi, me salió el comentario, así se queda.
Me gustó mucho este post, no sé como decirte, mmmm me ha llenado.
besos
Guauuuu... es un Vd un G.... me gusta el ejemplo que has puesto ... los católicos. Sus creencias les impiden progresar como personas, llegar a ser superhombres que pueden prescindir de una invención que no permite al ser humano ser más que un gusano. Se agarran a la religión para tapar sus carencias y cargar el mochuelo a su Dios. Y así nunca te desarrollas como individuo, te quedas a mitad de camino.
Así es como yo opino... por lo demás me ha encantado... sin más!!!
Como de costumbre espectacular.
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