Alguien ha escrito, con letra espigada, en la barra del bar. Cuando he llegado el lápiz estaba allí abandonado. Junto al texto.
“De esta no salgo. No tengo un porqué”.
Era muy temprano. Me han servido el café muy caliente. Pregunto. Quién ha estado aquí antes que yo. Acabamos de abrir, me dice la camarera. Termino de desayunar. Justo antes de salir me llama. Te dejas el lápiz, dice mientras me lo enseña haciendo un movimiento lateral.
Lo miro mientras escribo. Apenas conserva la punta de grafito.
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