Una torre a punto de derrumbarse. Alguien sujeta abajo. Eso dice aunque sabe que empuja para el lado contrario. Teme ser aplastado.
La rana croa en lo alto junto a los ropajes de príncipe echados a perder. Pobre. Nadie entiende a los príncipes ranas. Yo sí. Está pidiendo auxilio aunque otros escuchan un sonido feo por viejo.
Todo se detiene. Nadie empuja. Nadie grita socorro en extraño lenguaje.
La estampa inmóvil tranquiliza a los espectadores.
Un curioso se acerca para mirar de cerca. Ve a la rana encogida. Llanto animal. Otro sonido que no dice nada.
Fin de la primera y última entrega.
La crítica se lanza demoledora. Esto no estaba en la programación navideña. Qué vergüenza.
No hay previstas ni segundas ni terceras partes.
Cae el telón.
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