Uno de mis asesores personales me ha sugerido que convierta este blog en otra cosa. Me dice que es una especie de literatura ombligo. Y no me ha gustado ni pizca. Lo que si me agrada es que alguien (mi asesor) se fije en lo que escribo. Porque al final el que escribe lo hace para que lean su trabajo. Eso de escribir pase lo que pase y sea lo que sea por amor al arte ya no cuela. Tengo cuarenta y cuatro años, cuatro hijos y un millón de problemas como para andar jugando a lo bonita que es la vida. Porque, esa es otra, la vida no tiene nada de bella. Que no, que no. Es un desastre. Esto último lo intuyo hace muchos años aunque siempre he procurado arrimarme al otro lado para librarme de un peso excesivo. Ahora, con cuarenta y cuatro años, cuatro hijos y un millón de problemas, ya empiezo a saber de qué va todo esto. No mola nada, pero es lo que hay.
El caso es que tengo que dar un giro a mi blog. Y a mi vida. Es decir, tengo que lucir otra cara. He pensado que lo mejor es dedicar mis esfuerzos a contar lo que voy leyendo, lo que más me agrade, para que mis lectores (mi asesor, mi hermano Andrés y yo mismo) se acerquen a libros que, quizás, no conozcan (a veces recomiendo libros que no he leído para animarme y hacerlo). Del giro que daré a mi vida irán sabiendo poco a poco. Por ejemplo, si dejo de publicar es que me habré muerto. Al menos durante una temporada. Eso de morirse un poco no está mal. Si les recomiendo un libro de poemas dedicado al amor es que me estaré deprimiendo o me encontraré ingresado en un sanatorio y hasta las trancas de lexatín. O si les pido, como favor personal, que compren un ejemplar de tal novela, sabrán que he vuelto a publicar algo.
No se me ocurre mejor novela para retorcer esta página: Los formidables Kalandrian. Gamberra, divertida, delirante. La firma Jorge Berenguer. Gamberro, divertido, delirante y buena gente. Hace algunos años nos conocimos en Madrid. Este experimento de los Kalandrian lleva a cuestas una historia tan disparatada como la propia novela. Supongo que cuando Jorge o mi asesor se asomen por aquí la contarán con mucho gusto. Yo no me la sé del todo bien. Lo que si sé es que sería una pena que dejaran de leer este disparate.
Una anécdota. Mi asesor me regaló un ejemplar estas navidades. Lo comencé a leer la mañana siguiente. Línea catorce de la red de autobuses de Madrid. Me reí tanto con las primeras páginas que pasé cierta vergüenza durante el trayecto. Alguno de mis compañeros de viaje se fijaron discretamente en la portada para tomar nota y salir pitando a la librería más cercana para adquirir un ejemplar. Jorge no es Faulkner. Ya lo aviso. Pero he de decir que Faulkner no es Jorge. Ni sus intenciones son las mismas. A cada cual lo suyo.
Lean la novela. Diviértanse. Sigan a la espera de noticias sobre la nueva cara de mi blog. No hagan caso a mi vida privada. Y, sobre todo, contraten a un asesor que les haga caso o que finja hacerlo. Finalmente, la cosa se reduce a eso. Hay que sentir un mínimo de cariño, ser discretamente feliz y sentir que pintas algo en todo esto.
15 comentarios:
Pues esta es la única forma de saber algo de ti. Gira, pero no te pases de grados. Ya sabes que los experimentos mejor se hacen con gaseosa.
He leído esta novela a la que hacen referencia. Muy divertida.
...yo podría contar alguna anécdota sobre la publicación de la novela, pero ya me he bebido mi botella de Hendrix...
Hola G.
Da igual el look que adopte tu blog. Ya opté por quedarme aquí desde hace algún tiempo.
De todas maneras saber de la vida de alguien ayuda a fiarse acerca de sus gustos literarios. Me fio cien por cien.
Gracias.
Un abrazo desde la nieve.
Mejor que no cambies nada, Gab. Si te vamos a leer igual.
Los kalandrian es una novela menor y tú bien lo sabes. Divertida pero sin parecerse, gracias a la diosa fortuna, a Faulkner. Un buen rato se pasa. Igual de grande o pequeño (el rato) que el que usas para olvidar que has leído una novelita sin pies ni cabeza.
...que yo tampoco forzaría demasiado el timón, que luego vienen los esguinces.
Me alegro de que pasaras un buen rato, de verdad.
Un abrazo.
(En cuanto pueda mango otra botella, Joan)
No marchites mis ilusiones, la próxima dijiste que nos la bebíamos en el Bandido (Madrid) o con los de la escuela en el bar donde vayan.
Ojala, por el bien de todos, que no dejes de publicar, con look nuevo o sin el , confio en poder seguir leyendo tus cosas en este blog, y de paso me comprare el libro que recomiendas, a ver si me rio un poco ,que no me viene nada mal
En espera de nuevas noticias, recibe un cariñososo saludo
Araceli
Vaya campaña que le están haciendo , don Jb, cuanto me alegra... y ¡¡¡ todavía no la he comprado¡¡¡ Lo he intenté un par de veces y o no la tenían, o se les había agotado.
Ya sé que no nos conocemos, pero si vienen por Madrid me apunto a la Hendricks (con o sin pepino, es igual), que con la p. crisis tengo los viajes congelados hasta nuevo aviso...
Suerte, y enhorabuena.
J.
A estas alturas no vamos a cambiar del todo, querido, pero es bueno jugar a hacer pequeños cambios; nos descubren cosas y retomamos otras que teníamos algo aparcadas. Se va a divertir; nos vamos a divertir juntos.
Leer los Kalandrian (y reconocer que les ha agradado) igual ayuda a muchos a sacarse el palo.
Bah, no cambies Gabriel. Lo único que vas a conseguir es sentirte como uno más de los Kalandrian.
Estas muy bien donde estás. Igual te llevas una sorpesa y tus lectores son amotinamos.
Asistí a la reunión en la que usted conoció a Jorge. De paso me conoció a mí.
La novela de jorge es divertida a más no poder. Enhorabuena, Jorge, aunque si tengo que decir la verdad, me quedo con tu primera publicación ("El ángel sin cielo")
Estimado Pipo,
Gracias por acordarse de mi querido Excato. El pobre está algo pocho por haber quedado relegado por una infame estirpe de faranduleros, y su comentario (de usted) le ha hecho mucha ilusión, que lo sepa. Un abrazo.
Don J. (¡ay, esa crisis imaginaria!), Don Pipo, Don Joan (Y Doña Gin, y Don Gabriel y Don Suñén y hasta Don Pangur y todos aquellos que lo estimen oportuno, conveniente, razonable y apetecible):
Están requeteinvitados a una ronda (o las que hagan falta, que estoy en la cima y tiene que notarse) en El Bandido o donde sea. Lo único que falta es la fecha, detalle definitivamente secundario que con buena fe por parte de todos no resultará insalvable.
Los que me conocen (de hace años, ya, hay que ver !) ya saben que les agradezco de todo corazón la mención de la novela y los comentarios.
Un abrazo.
Y felicidades por la calidad de sus asesores, Don Gabriel, que casi me olvido de lo fundamental.
Pues digo yo, que si aquí se invita a algo, no voy yo a ser menos, con lo rácanos que son algunos.
ueno, yo sugiero que mientras el asesor deposite en tu cuenta bancaria una suma considerable para que hagas el esfuerzo vaya y pase... Si no es asi, yo voto y junto firmas para que sigas escribiendo lo que se te cante del lugar mas humedo del cuerpo.
Me prestas el libro? Ya no tengo presupuesto pa nada mas.
saludos de cafesss que se enfrian en el microondas.
Pues, Gabriel, yo no te conozco como para opinar sobre la conveniencia de cambiar o conservarte como estás o estabas hasta ahora. Pero no está mal probar algo nuevo, ¿no? No será irreversible. Si no te va, recuperas lo abandonado, seguro que no se te tendrá en cuenta.
Dónde te vengo a encontrar, Jorge. Qué pequeño es el mundo, ¿verdad? O cómo lo agrandamos poco a poco y de una forma tan agradable...
¡Abrazos a discreción!
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