Cuando iba a saltar desde el quinto piso recordó que se había quedado sin mantequilla. Se agarró a la persiana para no caer. Volvió a entrar, se atusó el pelo y fue a por el monedero.
Esperaba en la cola para pagar (compró un poco de jamón para aprovechar el viaje) pensando que le había salvado la vida una puta tarrina de mantequilla. Y no le hizo ninguna gracia. Hubiera preferido la mano fuerte y segura de un bombero. O la de un taxista borracho. Eso era lo de menos. Pero lo de la mantequilla le parecía deprimente. La próxima vez llamo primero al teléfono de emergencia y así evito esta situación tan ridícula, murmuró entre dientes. Me tendré que pintar un poco. Y la falda estampada es una buena opción.
- ¿Cómo dice señora? Ah, creía que me decía algo. Son dos cincuenta. Gracias.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Esperaba en la cola para pagar (compró un poco de jamón para aprovechar el viaje) pensando que le había salvado la vida una puta tarrina de mantequilla. Y no le hizo ninguna gracia. Hubiera preferido la mano fuerte y segura de un bombero. O la de un taxista borracho. Eso era lo de menos. Pero lo de la mantequilla le parecía deprimente. La próxima vez llamo primero al teléfono de emergencia y así evito esta situación tan ridícula, murmuró entre dientes. Me tendré que pintar un poco. Y la falda estampada es una buena opción.
- ¿Cómo dice señora? Ah, creía que me decía algo. Son dos cincuenta. Gracias.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
11 comentarios:
¿Y por qué no llamar también a la tele? Ya puestos, seguro que tienen más tiempo que perder que los bomberos.
Con mantequilla y un bombero se pueden hacer maravillas. Mira Marlon Brando todo lo que le dió de sí, y no era ni bombero.
A esta, por la pinta que tiene, le toca el taxista borracho. Y esos no son como Marlon Brando.
¡Bienvenido G!
Si antes de tirarse compra mantequilla es que no tenía muchas ganas de tirarse.
Pensárselo tanto es no querer hacerlo.
Un abrazo.
Mira qué poquito quería a la muerte que renunció a ella por esos dos cincuenta.
Menos mal que era mantequilla y no una mansión en Beverly Hills porque hubiera ido de cabeza para abajo.
:)
Como me gusta cuando manejas personajes femeninos. Eres el rey.
Las cosas son lo que son y cada una a su debido tiempo, por supuesto. Primero la mantequilla porque faltaba. Después su poquito de jamón, que una está muy sobrada a pesar de la tan cacareada crisis. Pero ¿y después? … Pues nada, después nada de nada. ¿A quién se le va a ocurrir subirse a una ventana de un quinto piso después de haberse tropezado con un chollo de tal naturaleza? ¿Jamón y mantequilla dos con cincuenta? ¡ Increíble!
Ss la excusa para seguir. Todos necesitamos de una buena, la mejor que tengamos a mano. Cuesta igual la mantequilla que una mansión que una vida '?pefecta?'. Todo cuesta dos con cincuenta, lo malo es no verlo.
Lo interesante, a pesar de triste, es reconocer que necesitas a alguien que te ayude a salvarte. Aunque sea una mantequilla de dos cincuenta.
Yo estoy con miss Puri. El primer paso es tener la mantequilla, ahora solamente le falta esperar al bombero.
Me parece un texto genial. Muy irónico eso de mezclar la muerte con cosas tan cotidianas como la mantequilla y la compra.Creo que lo hacemos más de lo que parece.
Muy logrado.Mis felicitaciones.
Publicar un comentario