11/11/09

Declive


No conozco a nadie que esté dispuesto a morir por nada ni por nadie. Quizás los padres y madres por sus hijos aunque no creo que todos. Ni muchos.
Es curioso que lo único que es seguro en la vida, lo único obligatorio se quiera o no, se afronte con tanta desidia, con tanto miedo. Morimos con muy poca dignidad. Los que quedan vivos son los que procuran que nuestra falta se convierta en algo memorable y exquisito, pero la muerte, hoy en día, es una mierda. Desaparecemos del mapa en hospitales llenos de gente esperando su turno como corderitos, en la cama solos, atropellados por un autobús o hasta las trancas de sustancias químicas que diez minutos antes nos hacían reír como anormales. Un desastre bastante asqueroso.
¿Dónde quedaron los ideales que nos hacían correr en dirección de una muerte que mereciera la pena? Las universidades se llenan de jovencitos que aspiran, como mucho, a ser delegados de curso; las empresas de trabajadores acojonados por si pierden un trabajo que es una esclavitud y en el que tienen que hacer todo tipo de cosas humillantes; los partidos políticos de cuatro trepas que sueñan con que alguien se fije en ellos para parecer algo más listos y más poderosos porque son incapaces de hacer la o con un canuto, los cafés de escritorzuelos solitarios intentando poemas de amor o algún texto en el que se puede leer (como algo extraordinario) que el autor soñó con cambiar el mundo cuando era niño, pero que se le pasó enseguida. Mierda y más mierda de vida. Y, por supuesto, mierda de muerte.
Pocos son los que regresan a las raíces, una y otra vez, para recordar de dónde vienen y el destino que les toca pase lo que pase por el camino. Pocos son los que no ocultan posturas peligrosas porque saben que diciendo esto o aquello no publicarán su novela, no ascenderán en el escalafón de la empresa o se titularán con una nota más baja aunque mucho más valiosa. Pocos son a los que les espera una muerte digna.
Durante siglos cientos de miles de personas buscaron algo lo suficientemente importante, potente, como para morir creyendo que su paso por el mundo merecía la pena. Hoy miles de millones parecen verlas venir, esperar a que esto se acabe y poco más. Triste, patético y preocupante. Todos acomodados en una sociedad que presume de bienestar y oculta que el precio es la felicidad de muchos que se consumen en su propia miseria aunque, eso sí, subidos en un Mercedes último modelo.
Me temo que nuestra civilización está en pleno declive. Cuando decidimos que era mejor tener que pensar, cuando la importancia pasó a lo material y lo espiritual se convirtió en algo extraño y cosa de locos, la cosa se puso fea. No quedan ideales a los que agarrarse salvo los individuales. No queda nada. Sólo quedan las familias como única cosa por la que luchar hasta el final. Aunque terminan siendo una razón más para acomodarnos en ese vivir bien con anteojeras. Y una muerte de mierda que convertirá nuestra vida en algo insignificante. Y una vida que convierte la muerte en un final vacío de sentido. En una mierda enorme.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

8 comentarios:

Mamots dijo...

Todo es una mierda y que, siempre se dijo que el color marron daba elegancia a quien lo llevaba.
Pero lo mas triste de todo, no es que hay quien vive en la mierda, porque la disfruta, lo peor es quien tiene que sobrevivir, ver pasar diversiones, fiestas, paseos, cines, viajes y todo lo que desean como espectadores.
Vacio de ideales y como rien puñetas!
a algunos no les queda mas que cambiarlos por sueños e ilusiones.
Dices que hasta morir esta mal, que nadie muere por alguien o por algo (yo si lo haria por mis hijos, pero eso ya se da por hecho)
Lo cierto es que lo mejor es vivir del cuento (aunque apeste)

Edda dijo...

Aunque sea un mierda de vida, mejor vivirla ¿no?
No aprendemos, siempre queremos más, aspiramos a más, nunca es suficiente. ¿Dónde quedan esas pequeñas cosas que tanto valoramos cuando nos damos cuenta de que no somos nada? Esas pequeñas cosas, las que nos hacen seguir día a día, son las que tenemos que conservar, y no aspirar siempre a lo que sabemos que no vamos a llegar.
Dar la vida por alguien... Sí, claro, por mis hijos. Qué fácil es decirlo, pero ¿hacerlo? Yo no me atrevo a vaticinarlo en un caso extremo. Aunque posiblemente después, la vida ya no merezca la pena vivirla.

P. Grillo dijo...

La muerte es una mierda así que mejor morirla. Jejeje.

Unknown dijo...

La vida no nos deja opción, hay que vivirla y la muerte, dicen que uno muere como vivió o como se lo merece. La mierda en realidad es la forma en que vivímos la vida y cómo morímos la muerte.
Te dejo un beso grande!!

Unknown dijo...

La muerte quizás sea una mierda.. pero se supone hemos venido a este "mundo" para algo (cada cual a lo que nos corresponda vivir, mierda o no mierda) sabiendo que estaremos poco tiempo.......
Y todos queremos tener como poco una muerte digna.....

Poma dijo...

Mierda, si señor.Argumentos para rebatir su escrito,ojalá... ahora mismo no se me ocurre ninguno.

Carmen Neke dijo...

En el fondo es todo una cuestión de gustos: los que tú dices que viven mal piensan que viven muy bien. Y mientras vivan bien (en su opinión) les da igual cómo se vayan a morir.

Para tener ideales solamente hace falta querer tenerlos. Y todavía hay quien los tiene, jóvenes y mayores. Que no quieran morir por esos ideales me parece algo muy saludable para todos.

POPY dijo...

Hola G.
Esta vida es una pesada digestión que acaba en una gran cagada que es la muerte.
Y una mierda en un ataúd de oro sigue siendo una mierda.

Un abrazo.