Guzmán
Levanta las cejas. Apretando los labios, abriendo ligeramente los ojos. Un movimiento rápido. Sencillo. Algo ha descolocado un orden que él reconstruye en ese instante. Porque sabe que eso, el orden, es lo que uno puede imaginar.
Mientras, millones de personas corren en dirección al sonido que una vida mentirosa obliga. Él aguarda a que regresen llenos de polvo, sudorosos. Con las manos vacías. Se sienta frente a su cuaderno de piel negra. Papel rayado. Escribe. La letra pulcra, acompasa el ritmo de la respiración con el movimiento de la muñeca. Duda un instante. Es entonces, como cada vez que eso ocurre, cuando alarga la mano izquierda para acariciar un libro heredado mucho tiempo atrás. Le tranquiliza. El tacto le hace recordar que, si hace las cosas convencido de que así han de ser, todo está en su sitio. No hay otro camino posible, piensa. Continúa con la escritura. Millones de manos vacías podrán agarrar algo para no caer más. Un orden construido en soledad mientras corren hacia el sonido que produce una mentira enorme, sigue pensando hasta que levanta la mano y sujeta el cuaderno.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
4 comentarios:
Coge esta nota, transcríbela a mano y guárdala en ese libro que ya tienes pensado. Déjalo reposar todo y no te olvides de regalársela a Guzman. No demasiado pronto, pero tampoco demasiado tarde.
Núria A.
P.D.: Muy tuyo.
Los zurdos tenemos el don de reconstruir el orden de una manera tranquilizadoramente distinta,ya sabe ud.,los hemisferios del cerebro al revés,como la vida,a veces.Aunque sea un orden construído en soledad hacia el sonido que produce una mentira que sienta tan bien,que parece una verdad oculta.
Inodora.
Quizás Nuria tenga razón. En un futuro Guzmán heredará un libro, pero no cualquier libro. Sería bonito que encontrase detro uno de tus textos manuscritos.
Cada persona tiene su propio orden.. que es el que le funciona para seguir caminando por la vida!!!
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