19/1/10

¿Por qué leemos? (I)


La vida, la de cada uno de nosotros, no suele corresponder con la que deseamos. No quiero decir con esto que nuestra existencia se convierta en una especie de tortura continua o que una vida sea la lacra que nos tocó en un reparto estúpido para que cargáramos con ella nos gustase o no. No. Lo que digo es que el hombre tiende a buscar mejoras en su existir, lo que él cree que puede ser una tendencia a la perfección lejana e inaccesible. Si cualquiera de nosotros tuviéramos la posibilidad de accionar un mando que modificase el mundo a nuestro gusto lo haríamos sin pensar dos veces. Queremos un mundo que se parezca al nuestro soñado, queremos una existencia en la que seamos importantes, necesitamos ejercer cierto control sobre la realidad que conocemos. Y necesitamos creer en algo. Sea lo que sea. Si la religión falla, el movimiento normal del hombre es buscar alternativas que sirvan de explicación propia. Agarrarse a una religión, a una ideología o a la literatura, tienen, finalmente, un efecto parecido.
La única forma de dominar un mundo como el nuestro es convertirlo en un objeto manejable, en una representación a la que puedan tener acceso las personas sin llevar por delante el poder político o religioso, la única forma de dominar el cosmos es ordenarlo, elegir un pequeño trozo del caos y convertirlo en existencia ordenada.
En cada libro encontramos un mundo a la medida del autor y a la de sus lectores. El tiempo tiene un principio y un final, los personajes tienen una vida que deseamos para nosotros mismos o que detestamos y que ¿la quisiéramos para otros?, espacios que nunca conoceríamos de otra forma. Pero mundos, tiempos, espacios y personajes mentirosos porque nos enseñan lo que no ha sido ni será, lo que deseamos y nunca tendremos en nuestra realidad. Tan sólo lo incorporamos en nuestra experiencia sabiendo que es una gran mentira anhelada.
Necesitamos creer en algo. Y con la literatura nos vemos capaces de hacerlo en nosotros mismos, en los fantasmas propios y en los que compartimos, en los recuerdos de nuestro pasado y los que nos ofrece la ficción. La mentira que es la ficción nos abre sus puertas para que podamos creer que una vida deseada es posible.
La lectura de una novela no puede pasar por el entretenimiento como sustento único de la acción de leer. Si alguien intenta defender esa postura se está engañando y negando su propia insatisfacción con la vida. Abrir un libro significa abrir un mundo que nos puede entusiasmar o hacer estragos en la conciencia, pero un mundo que buscamos como posibilidad de vida, como alternativa a lo que somos.
La literatura siempre fue ese mando que accionado dibuja una realidad parecida a la buscada, o la que odiamos y nos recuerda que el movimiento es hacia el lado opuesto de lo representado, o una parecida a la nuestra en la que ventilamos un ejército de fantasmas y miserias. Al fin y al cabo un mando que accionado nos traslada lejos de lo que somos e inunda de mentiras un día cualquiera convertido en palabras que no significan lo mismo que en la oficina o en casa.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

6 comentarios:

Edda dijo...

A veces que cuando accionas el mando y el libro se cierra, ves las cosas de otra manera. La vida real sigue estando ahí, es la misma de antes de abrir el libro, pero cambia el punto de mira.

Anónimo dijo...

Chapeau ;-)

Núria A.

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo.
Me emociono desde que decido qué libro comprar hasta que lo termino de leer. Sé que voy a creer en lo que leo, que me va a transportar aunque sea temporalmente a otro lugar y a otra vida. Y casi voy a sentirme parte del relato.
Lo disfruto o lo dejo en la página 20.

Poma dijo...

Esta vez, sin peros.Totalmente de acuerdo.

Anónimo dijo...

Secundo.
Pero, Gabriel, ¿Que es el entretenimiento sino una forma de evasión de una realidad que no nos gusta? No nos gusta parcial o totalmente. La literatura, en ese sentido, funciona como el cine, el teatro, etc... trascendiendo su función "artística" o de existir por si misma, para convertirse en la forma de "olvidarme de mis problemas durante dos horas"...
Y estot de acuerdo totalmente con que, a veces, cambia el "punto de mira" y cambia nuestro estado de ánimo. De hecho, y lo digo muy en serio, cuando termino un libroi que me ha transportado, conmovido, hecho reir o llorar...siento un vacio comparable al que siento con posterioridad al orgasmo.
Manuel Morales

Unknown dijo...

mmmm me gusta ese mando que accionado dibuja una realidad parecida a la buscada...