26/1/10

Servilletas de papel


Martes. Antes de cenar. Ella cocina. Él sentado sobre la encimera abre su cartera.
- ¿Qué haces, cariño?
- Nada, nada. Estaba mirando estos papeles. Quiero hacer limpieza.
- No rompas nada que luego eches de menos.
No contesta. Lee con atención. Una servilleta de papel arrugada. Aparta la vista y la fija en algún punto del alicatado. Aún puede escuchar el bullicio de la cafetería. Algo debería cambiar el rumbo de su vida, nadie puede dejar que el destino sea caprichoso sin intentar que cambien mínimamente las cosas. La inercia es mala compañía. Pensaba. Ahora se recuerda intentando evitar una vida contada tantas veces por otros en la barra de un bar. Entre risas y cabezas asintiendo de los amigos. Anotó una frase. La que cambiaría las cosas porque sería capaz de hacer lo que fuera necesario, no le faltaría valor. Aún puede escuchar el bullicio de la cafetería. Y nunca fue. Y nunca sería.
- ¿En qué piensas? Parece que has visto al mismísimo diablo.
- En que odio las servilletas de papel.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

3 comentarios:

Edda dijo...

Al parecer no le hizo falta. No le ha ido mal. Esa frase fue inútil. Pero podría hacer algo útil con la servilleta de papel: Papiroflexia :)

Unknown dijo...

El destino suele ser de un caprichoso apabullante... y aunque uno quiera cambiar el rumbo.. mmmm... no suele dejarte...


Un saludito mañanero...

Poma dijo...

Que importa la frase, caduco.Paso el momento y quien sabe si el cambio hubiese sido mejor.