
Otra vez. Aún no sabes si lo haces por una razón o por otra. Te descubres leyendo, intentando descubrir qué es cierto de todo esto, cómo se me habrá ocurrido escribir algo así, cómo lo hubieras hecho tú si hubieras pensado lo mismo, si me conoces algo mejor después de terminar el texto o si todo es una fantasía. Intentas descubrirte en alguna frase en la que buscas una intención que quizás no existe. Alguna vez te has visto entre líneas haciendo del texto algo tuyo, en alguna ocasión algo de lo leído te obligó a recordar lo que no te gusta de ti, de otros. Has llegado a pensar que un autor es, sobre todo despreciable, al ser capaz de relatar algo que le acaba de pasar, pero lo vuelves a leer y descubres con cierto enfado que no, que lo que dice es algo remotamente parecido. Sólo parecido. Yo no dije eso, piensas. Y, más tarde, recuerdas que nunca estuviste allí. Te ves reflejado. Nada más. Sin saber porqué.
Mientras lees, reflexionas llegando a la misma conclusión cada día, que si lo que cuento es verdad no te interesa y sientes pudor porque leer esto es lo mismo que mirar por el ojo de una cerradura. De la mía. Dibujas escenarios que sólo tú conoces creyendo que el autor pensó en ellos para hacer vivir a sus personajes. ¿Son personajes? ¿Es Guzmán el niño que represento en los textos? No lo sabes aunque alguna vez te lo preguntas. Y lo haces pensando en el fastidio que supone hacer algo tuyo sabiendo que es de otro. Mío.
Un gesto mecánico te coloca frente a unas líneas. Casi siempre a la misma hora. Más o menos. Miras el título y la imagen intentando adivinar lo que viene después. Lees despacio. Hubieras comentado lo dicho alguna vez aunque, no sabes si por un miedo absurdo o porque no tenías del todo claro lo que querías decir, no lo haces. Incluso lo tuviste escrito y no llegaste al final.
¿Qué buscas aquí? Entretenerme, piensas. Pero sabes que eso no es todo. Leer es un acto voluntario que lleva más allá. Lo que quieres es participar de un mundo ajeno en el que unas veces estás, otras no, en el que puedes intervenir porque eres dueño de hacer lo que quieras con él. Creer, pensar que es una idiotez, imaginar que existe tal y como lo dibujo o negarlo cuando deja de gustarte.
El texto se acaba. Hoy más que otras veces te sientes obligado a saber algo de ti. Es posible que seas un personaje más, tan real o tan falso como los que acostumbras a ver por aquí. Aunque sólo sea durante unos minutos te transformas en uno más, en ese que se sienta detrás de mí para poder mirar sin decir ni una palabra. El único que es fijo en cada texto. Y lo sabes.
El texto se acaba. Ahora es el momento de reflexionar.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
Mientras lees, reflexionas llegando a la misma conclusión cada día, que si lo que cuento es verdad no te interesa y sientes pudor porque leer esto es lo mismo que mirar por el ojo de una cerradura. De la mía. Dibujas escenarios que sólo tú conoces creyendo que el autor pensó en ellos para hacer vivir a sus personajes. ¿Son personajes? ¿Es Guzmán el niño que represento en los textos? No lo sabes aunque alguna vez te lo preguntas. Y lo haces pensando en el fastidio que supone hacer algo tuyo sabiendo que es de otro. Mío.
Un gesto mecánico te coloca frente a unas líneas. Casi siempre a la misma hora. Más o menos. Miras el título y la imagen intentando adivinar lo que viene después. Lees despacio. Hubieras comentado lo dicho alguna vez aunque, no sabes si por un miedo absurdo o porque no tenías del todo claro lo que querías decir, no lo haces. Incluso lo tuviste escrito y no llegaste al final.
¿Qué buscas aquí? Entretenerme, piensas. Pero sabes que eso no es todo. Leer es un acto voluntario que lleva más allá. Lo que quieres es participar de un mundo ajeno en el que unas veces estás, otras no, en el que puedes intervenir porque eres dueño de hacer lo que quieras con él. Creer, pensar que es una idiotez, imaginar que existe tal y como lo dibujo o negarlo cuando deja de gustarte.
El texto se acaba. Hoy más que otras veces te sientes obligado a saber algo de ti. Es posible que seas un personaje más, tan real o tan falso como los que acostumbras a ver por aquí. Aunque sólo sea durante unos minutos te transformas en uno más, en ese que se sienta detrás de mí para poder mirar sin decir ni una palabra. El único que es fijo en cada texto. Y lo sabes.
El texto se acaba. Ahora es el momento de reflexionar.
4 comentarios:
¿Yo? ¿Es a mí? Si yo sólo pasaba por aquí. Pero me encanta mirar por el ojo de la cerradura.
Pero qué maquiavélico es usted, don Gabriel. Y cómo disfruta siéndolo.
Si a la viejecita del parque apenas la vio de refilón, dando de comer a los patos o no, y de eso creó una historía, no me preocupa lo más minimo. Sólo sé que disfruto leyendole a usted, lo demás pura anecdota.
Mi mente está saturada y no voy a reflexionar nada en absoluto.. pero me encanta darme todos los días un paseito por aquí ... leer el título, mirar la imagen y a continuación leer lo que escribes al son de la música que con tan buen gusto acompañas a tus textos...lo demás...no importa!!!!!! o quizás SI....
Publicar un comentario