
Mi hermano Antonio leía a León Felipe. Yo que, siendo un niño, le copiaba casi todo, leía a León Felipe. Aún conservo los viejos ejemplares de la colección Visor.
Un par de versos que me apunté en la carpeta con la que iba y venía al colegio decían “Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se / ganan”. Leerlos me hizo reflexionar. Desde aquel día miraba los conflictos de otro modo bien distinto. Todo se había convertido en una gran anécdota. ¿Qué más daba esto o aquello? León Felipe fue el primer poeta que me conmocionó seriamente.
No hace falta decir que perdí aquella carpeta, o la tiré o la metieron en una caja que desapareció. Y durante muchos años no me acordé de esos versos.
Sumar años te hace ser más miedoso, la inocencia que dejaste mucho tiempo atrás te parece cosa de niñatos, los problemas son tortura, ya no eres inmortal, sabes que todo tiene un final sin poder disfrutar de eso precisamente, los fantasmas acompañan de fiesta, atrasamos el reloj sabiendo que nunca marcó la hora exacta y no reconocemos un momento exacto hace años. Quieres ganar las batallas pensando que es el único camino. Reniegas de una derrota porque el miedo bloquea. El vértigo tira de ti.
Cada día perdemos un buen número de batallas que nos hacen pequeños. Gritamos a un hijo, miramos hacia otra parte si nos cruzamos con alguien que nos pide unas monedas (para beber un vaso de vino, sí, porque también tiene derecho, y a fumar. A todo), despreciamos a otro porque viste ropa anticuada, gastamos más de la cuenta para ingresar en un club estúpido que muestra automóviles o chalets como forma de triunfo o miramos el televisor para saber cómo no sé quien hizo fortuna robando en no sé donde. Se nos mueren los padres, enferman amigos, nosotros mismos nos arrancamos los cabellos con desesperación al enterarnos de una enfermedad propia que nos llevará a rastras. No nos gusta el trabajo que hacemos, no nos gusta cómo lo hacen otros, el sueldo debería ser mayor y nuestro tiempo es escaso. Todo son batallas perdidas en lo cotidiano.
Y somos incapaces de cambiarlas por la que ganamos al amanecer. Podemos contarlo de nuevo. No dejamos que sea lo que tenga que ser sabiendo que lo mismo da, que el universo sigue su camino. Desconocido y magnífico.
Jonás (sí, el de la Biblia) aprendió eso. Lean ese maravilloso librito y comprueben como si el hombre pierde gana y si gana, pues eso, gana. Y yo me apunto. A Jonás y a León Felipe. Prometo anotar en mis cuadernos esos versos. En todos, por si acaso alguno se extravía.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
6 comentarios:
yo lo intento pero no puedo darle más oportunidades al tiempo... no quiero mirar hacia errores pasados, por muy tempranos que estos hayan sucedido. no quiero erorres ni pasos en falso. quiero lo mejor, y cuento con mi vida como herramienta para conseguirlo.
A pesar de todo lo que has dicho que no nos gusta, llegamos al final del día, sobrevivimos, y qué mejor que tomarnos un café con un amigo para celebrar que hemos ganado, ¿no? Cada día cuenta, no importan las batallas.
Hay batallas que la vida nos obliga a luchar, en otras nos metemos nosotros mismos por pura inconsciencia o vanidad. Vivamos consciente y humildemente, y así evitaremos batallas inútiles y devastadoras.
Vale, o sea que si me encuentro un cuaderno perdido con semejante frase escrita, ya sé de quién es (de Jonás, por supuesto)
:-)
Hola Don Gabriel.
Bonitas horas , bonitas palabras.
A mí de León Felipe me gusta mucho este poema:
SE TODOS LOS CUENTOS
Yo no sé muchas cosas, es verdad
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
Y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
Un saludo.
Aleph(...lo mismo ni se acuerda,soy Doña Aleph del foro de la Escuela de Letras, un par de años atrás o así...)
BUenas noches, Gabriel... se me ocurre que tener presentes esos versos de León Felipe, esos del espíritu afín para ganar que para perder, no es que vayan a tener la virtud mágica de prepararte para ganar, pero te enseñan un poco acerca de cómo tomar las cosas, ¿no?
A lo mejor hasta me he liado.
Un abrazo.
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