
La arena se escapa entre los dedos. Cae en la mano que tiembla.
Apoya la espalda en la silla. Mira a un lado y a otro entornando los ojos, relajando el gesto. Todo se pierde.
Escribe sin saber qué es.
Puño teñido de muerte.
Y apura la última copa ofrecida. Olvidada.
Ahora ve como el tren se acerca. Nada puede pararlo. Espera.
De frente. Como le enseñaron.
Se deja llevar. Un instante le alza. Quizás mañana.
© Del texto: Gabriel Ramírez Lozano
4 comentarios:
Cuando pierdes ese miedo ya no hay nada que se pueda hacer, porque el monstruo que hay dentro tiene más fuerza.
Siempre se puede dar un paso atrás. Y mañana... tampoco lo hará, no le dejarán.
Hoy no estoy segura de entenderte, Gabriel. Hablas de desazón, de arena que se escurre entre los dedos, de dejarse llevar... pero es contradictorio el mensaje, porque hablas también de esperar, de frente, y añades ese "Un instante le alza", que yo entiendo como algo grande y esperanzador.
Un abrazo.
Puesto a esperar, mejor hacerlo de frente.
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