9/5/09

La otra parte


El día se ha puesto extraño. Amaneció soleado y, ahora, amenaza tormenta. Bochorno de primavera.
Buscar profundo es lo que toca casi siempre en la vida. Lo superficial apenas deja poso. Es tan cómodo como inútil. Los tesoros, siempre, se encontraron mucho más allá. Detrás de una gran roca que nadie pudo levantar antes, en el fondo del mar, en los momentos más difíciles. Y siempre fueron hallados por hombres y mujeres dispuestos a cualquier cosa antes que a pasar por el mundo de puntillas, sin hacer un solo ruido.
El sentido de la vida, eso que nadie encuentra porque no se busca, existe. No está en un bosque, ni en una iglesia. No. Está en nosotros mismos, forma parte de lo más íntimo de nuestra existencia. Es la propia eternidad. Será extraño que alguien que no lo buscó en vida lo encuentre después de morir. Quien busca la nada encuentra la nada.
La antropología, la religión (no una religión sino la religión), la mitología que llega desde un mundo simbólico que despreciamos a costa de un materialismo estúpido, la razón, todo invita a buscar la respuesta a una pregunta que nos formulamos desde niños. ¿Qué hago yo aquí? Nos empeñamos en jugar con el agua de la superficie sin querer meter el brazo y, luego, tirarnos sin miedo a un mar que se llama yo. Queremos tener olvidando ser. Y eso es tremendo. Perdemos la perspectiva del futuro a cambio de anclarnos a un pasado que debería ayudarnos a continuar, pero que se convierte en lastre. Perdemos nuestra condición de personas queriendo dejar la parte que no tocamos, la que nos asusta.
Lo que vemos creemos dominarlo, nos hace creer que nuestro poder es ilimitado, pero al aparecer el primer problema eso se derrumba. Porque lo indecible, lo inmaterial habita en nosotros mismos. Eso que sabemos que no sabemos nos martiriza y huimos asustados si lo percibimos cerca. Pero lo necesitamos en los momentos más difíciles porque sabemos que ahí se encuentra el sentido de todo.
Necesitamos buscar aunque no se encuentre. No sabemos qué intentamos asir, pero eso es igual. No hay explicación salvo que nos convirtamos en intrépidos exploradores de nosotros mismos. Explicación. ¿Por qué queremos explicaciones si nos llevan, a veces, hasta donde no queremos? ¿Pudo algún enamorado explicar por qué llegó a enamorarse de esa forma? Si alguien lo hizo es que no lo estaba. Lo que es necesario es buscar. Estar en movimiento para llegar, tan cerca como sea posible, a nuestro límite. Pero sabiendo que el hombre es finito con vocación de infinito, gracias a eso que no sabemos decir ni explicar aunque lo llevamos dentro.
Amenaza tormenta. Aquí. Y en lo profundo. Es hora de zambullirse sin miedo. Como tantas otras veces. Hoy necesito continuar con mi novela.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

7 comentarios:

Ginebra dijo...

Aprovecha (a mí es que me encantan las tormentas)

Edda dijo...

Esa pregunta que nos hacemos de niños, a veces, vuelve ahora siendo adulta, envuelta en una extraña realidad que me da miedo. Esa conciencia del ser, esa profundidad, como tú la llamas, me da vértigo. Hacía tiempo que no lo sentía, hoy he ido a buscarla y sigo sintiendo vértigo.
También amenaza tormenta, aquí, en el norte, pero a mí me gustan porque dejan un olor estupendo a tierra mojada, en la superficie.

Svor dijo...

La búsqueda lo es todo. Pero hay miedo y nadie levanta esa piedra. Bueno, que digo... no solo no se levantan sino que se hace de cuenta que no existe.

araceli dijo...

No se como se puede pasar de puntillas por la vida,pero si es verdad que nos asusta preguntarnos
determinadas cosas,mirarnos hasta el fondo es dificil,y a veces doloroso.
Que te sea leve la tormenta.
Buenas Noches

Isadora dijo...

No sé si encontrar, que sería el colmo de la buena fortuna de haberlo pretendido. Tampoco sé si buscar, que ya lleva implícita una actuación mayor o menor en cada caso, pero siempre distinta. Lo que si sé, porque lo veo permanentemente en mi entorno, es que lo nuestro y lo que se lleva es vivir el minuto, y cuando digo el minuto tampoco me refiero al presente, que de hacerlo requeriría, incluso, un esfuerzo que no estamos dispuestos a asumir, me refiero a lo superficial, a lo aparente, a la zona de aguas remansadas que jamás nos deparará sorpresa alguna.
¿Preguntarse? ¿Y dónde se aprende eso, si lo nuestro es simplemente ser observadores de una realidad ajena? Puro voayerismo sin ni siquiera curiosidad de sus posibles consecuencias.

Wara dijo...

No recuerdo quién lo dijo, pero el significado es precioso: "Busca como busca quien todavía ha de encontrar". Esperanzador.

Buenas noches, Gabriel.

Cacique dijo...

Espero que te guste.

http://www.youtube.com/watch?v=nrPzKWaF7Yo&feature=related


"Susurran los sabios una antigua leyenda que dice que, cuando la luna llena acierta a brillar sobre los campos cubiertos de escarcha en el silencio invernal, se despierta el hada de la luna y baja con sigilo a bailar sobre las aguas más mágicas de la tierra. Busca sin cesar a los niños, confiando en poder arrebatarles el alma en un santiamén, llevándoselos consigo en su largo viaje de regreso. Desde la lejanía oye el cascabeleo de las risas jubilosas y se abalanza como un trueno hacia su presa, revoloteando a la espera de encontrar nuevos amigos, pero el tiempo es cruel con ella y, antes de que llegue a la lejana costa, los niños se encuentran ya seguros y acostados en sus casas cuando el distante fulgor rojo del sol matinal horada las sombras de la noche, expulsando al hada de la luna, que retorna a su reino prometiendo regresar de nuevo." Himekami . Moonwater.