10/5/09

No hay tregua


El día, insolente, se niega a dar tregua. Corre el reloj mucho más lento que el cansancio. Los sonidos son tercos. El olor a última comida se pega a los pies. No hay paso más allá de lo evidente.
La forma se refleja sobre sí misma imitando tiempos pasados. Ahora terror por la fortuna, obligado el ser perfecto. Lo que no sirve siempre acaba en el cubo de basura. No en el amarillo, en el otro.
Regresan los viejos dolores. De visita. Inesperados. Habrá que ahuyentar con plumas de ganso engarzadas por la música. Los músculos se tensan. Los párpados rígidos por la obligación. Una mano que agarra lo que alcanza. Entre quejidos que nadie escuchará jamás.
Prenden las bombillas. Los televisores. Luces tenues cobijan. Todo preparado para abdicar de mí mismo. La espiral enana que arrastra. Tiempo que acaba. Todo tiene un final.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

8 comentarios:

Edda dijo...

No se puede ser tan duro con uno mismo. La perfección no existe y siempre se puede volver a empezar. La música también ayuda, cierto, y los fantasmas se van.

Wara dijo...

Eso de abdicar de uno mismo es demasiado radical, Gabriel. Ya sabemos que hay ocasiones en las que uno siente la necesidad de dejarse arrastrar pero tú mismo lo dices, si tus párpados siguen abiertos aunque sea por obligación, tienes que hacer un esfuerzo por ver todo lo precioso que gira en torno a ti. Ya verás.

Un abrazo muy fuerte de domingo. En relación con tu entrada anterior, hay domingos agotadores que parece que acaban con uno, pero ningún tiempo es perdido. Mañana, lunes, la rueda vuelve a girar. Feliz semana.

Carmen Neke dijo...

He preferido un golpe así, de vez en cuando,
porque la inmunidad me carcome los huesos
-Silvio Rodríguez-

Si sufrimos es porque estamos vivos, y con ganas de seguir dando guerra. No es agradable, pero mejor eso que no ser capaz de sentir nada.

POPY dijo...

Hola G.
Si los viejos dolores regresan es por que les hemos dejado la puerta abierta o entornada.

Un abrazo.

Svor dijo...

Las plumas son muy buenas para ahuyentar cualquier tipo de males... bueno... no estoy muy segura de eso. Tal vez no ahuyenta nada sino que despista... no se.

vera dijo...

Perdón por cambiar de tema, estoy leyendo un libro cojonu**. La última novela de Philip Roth "Sale el espectro". No había leído nada suyo y estoy alucinando :-))

araceli dijo...

Casi nunca hay tregua.Esperemos que mañana salga el sol.
Buenas Noches,Gabriel

Isadora dijo...

Y por suerte todo tiene un final. ¿Seríamos capaces de permanecer en el mismo registro más allá de lo estrictamente necesario? Lo difícil es saber cuál es ese tiempo, el estrictamente necesario; y si lo llegáramos a saber, incluso nos cansaría permanecer en él el tiempo imprescindible. Lo nuestro es cambiar. Preocuparnos por mañana. Angustiarnos por ayer, que sabiendo que no volverá, ya es el colmo del sentimiento gratuitamente negativo. Lo nuestro es hacernos preguntas y casi nunca contestárnoslas.