27/5/09

Pecados Capitales (II)


Llamaban a la puerta. Sin abrir los ojos, esperó a escuchar las pisadas que se alejaban. La casera se quejaba con amargura. Alargó el brazo intentando agarrar el vaso. Se lo llevó a la boca sabiendo que no contenía una sola gota de agua. Miró al techo. Supo que era lo último que haría. Ni siquiera el azar tenía ganas de hacer.
- ¿Sabemos algo de él? preguntó el policía de pelo canoso.
- Sí. La casera dice que no le faltaba de nada. Ya sabes, lo de siempre.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

4 comentarios:

Carmen Neke dijo...

Lo de siempre. Pura pereza de seguir viviendo.

Svor dijo...

la pereza, la gangrena de la vida.

Almudena dijo...

A veces es bueno abandonarse en manos de la pereza.

Por cierto, ahora que me fijo, ¿le da pereza poner el reloj de esta casa en hora? :)

Isadora dijo...

No, de la pereza nada. Ni ganas de hacer el esfuerzo