
- No, la mesa de trabajo irá aquí. Exactamente aquí. La estantería en la pared del fondo, esta butaca aquí. Y el sofá justo en medio de la habitación.
- No me gusta.
- Tú decidiste colocar tus muebles sin consultar y no estuve de acuerdo. Siguen en el mismo lugar. Deja que yo coloque los míos. Repito lo que dijiste en su momento: me vendrán a ver mis amigos y así estaré más cómoda, cada uno coloca las cosas a su gusto porque el espacio es privado y en eso no te puedes meter, ¿para qué quieres una silla en mi despacho?, como mucho te dejo poner una en ese rincón. ¿Lo recuerdas? Eso dijiste exactamente. Ahora sé coherente, por favor.
- ¿No puedo tener un pequeño hueco?
- Claro que sí. Mira entre el sillón y la estantería puedes tener tu mesa y tu silla por si decides escribir algún día conmigo. Y yo encantado, de verdad.
- Preferiría junto a la ventana. Siempre me dejaste ese lugar.
- Nos estamos mudando y las cosas cambian. Yo no quería y preferiste este piso. Querías más sitio para los amigos y ya lo tienes, querías más sitio para las fiestas familiares y ya lo tienes, me asignaste esta habitación para poder trabajar y sin gustarme del todo dije que sí. Más no puedo hacer. Ya te dije que donde estábamos vivíamos bien. Nos acostumbraremos. Ya lo verás.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
7 comentarios:
Que no ceda, eh, que no ceda ni medio milímetro (odio a los invasores)
Cómo me gusta esta canción. Y qué cínico eres, ponerla en este contexto. Malo.
Es lo malo de no hablar las cosas en su momento, que quedan y dejan posos. Posos que al final salen como dardos envenenados.
¡Cuánto hay de sacrificio en la convivencia!. No puede ser de otra manera. Pero siempre que el sacrificio sea mutuo. Al principio es un sacrificio nimio, que no nos importa y que no valoramos, pero con el paso del tiempo se nos hace cada vez mayor. Claro que todo sacrificio tiene un límite, cuando se pierde el respeto y el cariño. Pero, mientras, es un arduo camino la convivencia.
Te veo con un portátil en el Starbucks de la esquina.
Sueño con un espacio 100% mío en donde no haya consenso y hable por si sólo. El punto medio es desabrido y las casas si bien terminan siendo cómodas, no reflejan sino la resignación del ceder constantemente.
Lo peor de los cambios es que uno no sabe hasta el final si estará o no junto con el mobiliario.
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