
- Reconocerte fue fácil.
- Ah ¿sí?
- Lo definitivo siempre llega por el camino más inesperado. Por allí, por donde deberían llegar los desastres o lo oscuro, dice señalando un escaparate en el que se refleja ligeramente.
- Ya. Y ¿cómo se distingue una cosa de otra? Podría ser tan malo como lo demás aunque algo mejor maquillada.
- Sí, pero si fuera así el camino seguiría lleno hasta los topes. Y, mira, está vacío. No hay nada. Si quiero ver tengo que mirarte a ti.
Alguien ha abierto la puerta de la tienda dejando entrar el frío que empaña el cristal.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
4 comentarios:
Y cuando uno menos se lo espera...
¿Tan seguro estás de que ella no acabará empañándose también? Seguro que sí. Cuando aparece su luz es inconfundible y el resto deja de existir escondido tras el vaho.
Me ha recordado a muchas fotos mías sobre el reflejo de los escaparates...lo que pasa es que ninguno estaba con vaho, ;)
Siempre un alguien, un viento frío que empaña nuestra imagen, la de nuestra alma y la de los demás, es típico
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