
- Vengo para ver a Dios.
- Pues tendrá que ir a la parroquia de su barrio. No sé si sabe usted que esto es un autobús urbano.
- A mí me han dicho que Dios está en todas las partes del mundo.
- Vete a la mierda, payaso. Venga, o pagas el billete y te callas o te bajas ahora mismo.
- Vengo para ver a Dios.
- Si quieres te pongo una caña de cerveza. Otra cosa no puedo hacer.
- Pero ¿Usted sabe dónde le puedo encontrar?
- Te aseguro que por este bar no ha pasado nunca. ¿Quiere esa cerveza o no?
- No.
- Pues no pienses en utilizar el retrete. A la calle.
- Vengo a ver a Dios.
- Pues estás en el lugar adecuado. ¿Cuándo has muerto?
- ¿Estoy muerto?
- Totalmente muerto.
- Entonces ya no me interesa. Si lo que quería era ser inmortal.
- Pues entonces, para abajo. Allí se pueden vender almas por poca cosa. Pregunta por Lucifer.
- Vengo a ver a Lucifer.
- No está. Se encuentra en el cielo jugando su partida de ajedrez con Dios.
- Vale. Dígame en qué caldera me meto. Yo ya paso.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
4 comentarios:
Juasss, ¿pero a ti no te habían devuelto al cielo por ser escritor? Para evitar follones, digo.
Es que este es otro. Es una experiencia que tuve en rato que estuve en el infierno. Me pareció curioso y, por eso, lo cuento.
Es que mira que querer ser inmortal. A quién se le ocurre. Qué aburrido. Mucho mejor pasar un ratito en el infierno y volver. No hay color.
¡Hola!
Vengo para ver a Dios... Y he llegado a buen sitio. Si no tiene un blog es que no existe.
Besos.AlmaLeonor
Publicar un comentario