26/3/09

Casualidades


La tarde en Madrid ha sido luminosa, agradable, sencilla. Me ha parecido que la ciudad quisiera sepultar sus penas. Se pintaba como si fuera Antonio López.
Esperando el autobús. Hojeo el diario sin mucho interés.
A mi derecha. Un muchacho habla con su pareja. Pues como quieras, lo dejamos y punto. Ella enarca las cejas. Se adelanta un par de pasos. Toma el primer autobús que llega. Creo que la idea era salir huyendo. El muchacho, que parece atónito, le dice adiós con la mano. No han pasado ni un par de minutos cuando le cuenta a alguien lo que ha sucedido. Sujeta el teléfono con el hombro y la cabeza. Se enciende un cigarrillo. Ya está, hecho, se acabó. Lo dice sonriendo. Se siente feliz.
Veo que la muchacha llega caminando. Ha debido apearse en la siguiente parada, arrepentida. El muchacho no la ve. Está de espaldas. Sigue hablando, mostrándose satisfecho. Ya la tiene pegada. Medio metro como máximo. El labio inferior de la chica tiembla. No dice nada. El se ríe. Esta noche nos tomamos unas copas y arreglado. Ella se retira despacio. Se aleja.
No, no, si ha parecido que me dejaba ella. Soy un figura, chaval. Ya sabes que las mujeres no se enteran de nada. Eleva el tono para ser escuchado.
He decidido caminar. Biblioteca Nacional, Cibeles, Paseo del Prado. En un banco del bulevar estaba la chica. Triste. Me he sentado en el otro extremo. Treinta segundos de espera. Señorita, si fuera el hombre de su vida no hubiera hecho eso. Es usted una mujer afortunada porque ahora sabe. Antes no. Disfrute de la tarde, no sea tonta. Al irme, estando a dos o tres metros, pregunta. Me detengo un instante. Giro. ¿Yo? Eso da igual. Lo importante es que descubra quién es usted.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

7 comentarios:

POPY dijo...

Buenos días G.
No estaría mal encontrar a alguien en el extremo de un banco que nos diera su opinión desde fuera....
Seguramente no te preguntaría quién eres tú, te invitaría a un café...eso creo que haría....
A veces, alguien que conoces de un rato, acierta....Y alguien de toda la vida puede torcer tu perspectiva...

Un abrazo.

Ginebra dijo...

No soporto a los cobardes. Tuvo suerte la chica, sí, mucha suerte.

Wara dijo...

El fue algo más que cobarde, y aunque de una forma especialmente dura, seguro que ella sí llegará a conocerse. Y cuando lo haga, no será tan fácil que alguien diga de ella que no se entera de nada.

Un abrazo.

Señorita Puri dijo...

qué bonito y qué bien escrito.
Seguro que lo descubrirá. sin palurdos la vida se ve de otra manera.

Anónimo dijo...

Ya lo han dicho todo, coincido con los comentarios anteriores, menudo cáncamo se quito la chica. He visto pocas cosas en mi vida, más ridículas que un hombre idiota.
En cuanto al tiempo, ya estoy en la labor, de aquí a Agosto creo que lo conseguiré

Gabriel Ramírez dijo...

Popy: El día que quieras nos sentamos en un banco y nos contamos.
Ginebra: Sí, creo que le tocó el gordo. Y él al raspar se habrá encontrado el doloroso "siga jugando"
Wara: Es lo malo de estas cosas... la coraza que te pones para siempre jamás.
Señorita Puri: Gracias, querida. Este, al final, se tendrá que comprar una muñequita como la que nos enseñaste de Frida. No da para más.
Araceli: Pues ponte las gafas de madera porque idiotas somos un rato. Y somos millones. ;-) En Agosto lo tendrás solucionado, seguro.

Unknown dijo...

Corto e ilustrativo relato; más que leerlo, parece presenciarse.
De esos personajes muchos hay, sí. Pocos los que detienen su paso para liberar a un corazón de la falsa desazón. En su memoria, probablemente perduren como premisa las palabras del hombre del banco, por sobre las del que originó su pesar.
Afortunada muchacha.