16/3/09

Corralitos, S.A.


Todo lo que rodea cualquier manifestación artística me irrita. Muy a menudo.
Para ser artista hay que ser muy excéntrico, beber grandes cantidades de alcohol, fumar hasta la extenuación, tener la mirada perdida casi siempre, hablar de autores a los que no conoce ni su madre, mostrar cierto desprecio por los que no son artistas, mostrar un desprecio descomunal por aquellos que tratan de llegar a serlo, odiar a muerte a todo aquel que despunta (un poquito, sólo un poquito) o que tiene la desfachatez de asomar y no tener complejos al mostrar su trabajo. Además, para ser artista no hace falta serlo. Novelistas que no escriben pero beben y comparten borrachera con uno que si lo hace (mal, pero lo hace), pintores que fuman mucho aunque no agarran un pincel desde que son pequeñitos y alternan con escultores que escriben en la revista “La escultura es la vida y nadie nos lo podrá robar” o poetas que presumen de ser malditos y sufren de la incomprensión social, todos estos, son los que llenan tertulias, revistillas, talleres literarios, blogs sesudos y cosas así. Son los inventores de un arte inútil y estúpido. Los inventores de lo que podríamos llamar la escuela “sólo nosotros entendemos de arte, tú limítate a mantener el pico cerrado”.
Soy novelista, cristiano (ya saben que esto no es lo mismo que ser católico), padre de cuatro hijos, madrugador (me levanto a las seis y cuarto de la mañana cada día para trabajar), no bebo, fumo lo justo, la mirada no la tengo perdida y procuro desmitificar todo este tinglado. Y me irrita tanta idiotez, tanto corralito cerrado a cal y canto, tanto defender autores imposibles para elevar un poco más el listón de “los cultos” para impedir que una persona ilusionada y con cualidades extraordinarias se pueda atrever a meter las narices donde no le llaman. Me irrita porque es todo una gran mentira. Escribir o pintar no tiene nada que ver con el alcohol, ni con tener un buen montón de facturas sin pagar, ni con haber leído libros que no hay quien se los trague. Saber con qué tiene que ver es otro cantar, pero desde luego con eso no. Hay una cosa que es segura: la creación literaria está muy pegada al trabajo diario, a la constancia. Y eso es justo de lo que huyen esa banda de idiotas que nos quieren hacer creer que las artes son propiedad de unos cuantos individuos atormentados y poseedores de un don especial, secreto. Y no, esos a los que me refiero son unos caraduras que no han trabajado en su vida, que intentan que los demás trabajen para ellos. Los verdaderos artistas no se dedican a nada que no sea su propia obra. También beben y fuman y tienen un millón de defectos, pero no se dedican a perder el tiempo haciendo creer que las cosas son como quieren ellos que sean.
Pues ya está dicho.
Les recomiendo que lean la última entrada en el blog de mi amiga Vera. Merece la pena. Aunque deben tener cuidado. A mí me ha puesto de mala leche. Ya lo han comprobado. 
© Del texto: Gabriel Ramírez Lozano

15 comentarios:

Mario Salazar dijo...

Para mí lo de ser bohemio no tiene importancia ni a favor ni en contra de escribir, lo haces porque te da la gana, lo que destesto como tú son esos que se adornan con esas cosas para llamar la atención cuando escribir habla por si solo, pero sí creo que ser escritor se trata de tener un don especial que cualquiera no lo tiene, podrás contar una anécdota o una historia sencilla ahí como puedes pero ser escritor es otra cosa, hay que tener talento viejo y eso no te lo da el esfuerzo, el esfuerzo viene después del talento.

Saludos.
Mario.

Wara dijo...

Pues he leido esa entrada de Vera, y entre lo que ella ha escrito y lo que has escrito tú, efectivamente, como que no estoy tranquila. Lo malo es que yo no puedo desahogarme hablando así de bien sobre arte, y sobre política me muerdo hasta los dedos de las manos si es preciso para no hablar ni escribir. Y es que recuerdo muchísima incomprensión, la he conocido, la he vivido, la he sufrido. Y vuelve a doler.

Gracias a vosotros, por escribir. Buenas noches.

Anónimo dijo...

Quien no distinga entre la pose y la realidad tiene un problema; los demás, los que hacen arte y los que lo entienden, no.

Ginebra dijo...

Buá, pero eso ha pasado siempre y al final los creadores de verdad son los que perduran, los que tienen un reconocimiento; los demás no pasan de esos juegos.

Carmen Neke dijo...

Sí, es algo de toda la vida, y al final lo bueno perdura. Pero mientras tanto tienes a montones de personas "de la calle" que no se atreven a acercarse al arte porque es cosa de "los otros", de los que saben del tema. Y eso sí que me pone de mala leche. El arte, la literatura, la música, son patrimonio de todos, nadie tiene el derecho de monopolizarlos.

Anónimo dijo...

Ya va siendo hora de que los profesionales empecéis a llamar las cosas por su nombre.
Gabriel, piensa una cosa: en el blog antiguo era muy difícil que la gente dejara su opinión. Aquí no hay problemas. A mí me parece que eso dice mucho de lo que pasa.

Svor dijo...

Opino igual que Pepe Grillo. Me gusta que puedas hablar libremente de lo que quieras y transmitirlo asi de claro para que nosotros podamos hacerlo tambien.
Son las 9. Estoy lejos de Madrid pero aca estoy, firme como siempre.
un beso grande
el artista, no veo por que no puede ser una persona normal como el resto... y que tal vez quiera otra profesion para su vida y no la que probablemente tiene.

Anónimo dijo...

Gabriel, te veo un poco "sobreactuadillo"...

Más irónico que yo... ¿tal vez?

En cualquiera de los casos... no sé que tiene que ver todo este debate con mi post.

Son las instituciones (más que los artistas) los que fabrican las máscaras: de petardo, de intelectualoide de pacotilla, de moderno, de transgresor, de incendiario... Quiero decir que todo es parte de una estudiada campaña publicitaria. Por decirlo a lo bruto. Empezando por lo que sale en los periódicos sobre otros temas que no son Arte.

El mundo acoge con los brazos abiertos a unos caracteres y rechaza a otros. Los anuncios saben de eso. En el ámbito intelectual, la famosisísisima postmodernidad (no menos famosa que fue la “modernidad” ha provocado que se haga campaña con los escritos de hombres con nombres raros como Lyotard, Deleuze, Guattari etc… (todos ellos, filósofos de la postmodernidad). Gracias a las malas interpretaciones y convenidas interpretaciones de sus escritos… casi todo vale. Por decirlo un poco a lo bruto, que no es que sea así…

Un curso de estética en la facultad de bellas artes nos ofrece todos los ingredientes para hacer lo que nos de la gana de una forma rimbombante… Y en literatura, lo mismo. Y en música… Hay editoriales que potencian los escritos “postmodernos” y premios…

Pero ojo, todo esto hay que cogerlo con mucho cuidado y atarlo bien… porque no creo que a nadie le guste escuchar que Satie es un idiota que no sabe hacer música y que Debussi está loco… y no digamos John Cage o todos los que hacen cosas que suenan raras… No. Para comprender, hay que saber y leer mucho. Siempre ha sido así. Lo que pasa que para opinar no hace falta eso. Y si lo que se requiere de nosotros es que opinemos como cualquier personaje de Gran Hermano, menos aún. Eso es… Hay que sentir y desear… No hay que pensar. Siempre y cuando el objetivo sea que compremos algo (un objeto, una ideología…)

Pues con la parte plástica (lo que llamamos arte, aunque el arte es mucho más de lo que vemos en un museo), lo mismo. Y vuelvo a repetir que gracias a la invención de la estética, gracias a la invención de la crítica… gracias a Baudelaire, Benjamín, Diderot, Baudrillard, Kant, Adorno, Valerý… poetas, filósofos, etc, etc, etc, etc… necesitamos, muy probablemente, un manual para ir a un museo. Pero también, gracias a ellos, pensamos y sentimos el arte. A veces, para sentir algo en profundidad y no solo superficialmente, hay que pensarlo primero. Amarlo.

Si.

Y también necesitamos manuales para comprender la pintura religiosa hasta el renacimiento. ¿Alguien sabe lo que significan los gestos que ponen con los dedos de la mano las vírgenes, angelitos, algunas mujeres retratadas por Ingres?

Hace falta un manual. Leer sobre todas esas cosas. Si se las ama.

Pero bueno. Esto es otro tema.

Volviendo a mi post, yo hablaba de la propaganda. El arte, no es más que lo que los galeristas deciden que es... Propaganda (política, sobre todo). Y está al servicio de las instituciones: los bancos ahora, y en otros tiempos la iglesia, el estado… Y está al servicio de las necesidades políticas que a veces se disfrazan de sociales.

De eso he intentado hablar en el post... pero creo que me he explicado un tanto borrosamente.

Y no es nada malo. Tan sólo hay que saberlo… mientras podamos.

Anónimo dijo...

Vale, pero Chiquito de la Calzada es un artista.

Gabriel Ramírez dijo...

No, Vera, tu entrada es clara y estupenda. Tu te refieres a esto que dices y yo a lo mío. Digamos que es complementario. Instituciones y artistas... la misma cosa finalmente.
¿Y el tráfico que ha generado este asunto en tu blog? ;-)

Cloe dijo...

Leeré la entrada que te llevó a esta reflexión. En principio estoy de acuerdo.

Saludos

Carmen Neke dijo...

Cacique, Chiquito es un artista pero también hace falta un manual para entenderlo ;-)

Y para apreciar el arte no hace falta entenderlo. Cualquiera puede quedarse extasiado ante la belleza de la "Primavera" de Boticelli, o impresionado ante el "Guernica", sin entender nada de nada de la simbología utilizada por estos pintores. Entender estos símbolos va a proporcionarnos una mayor conexión con la obra, de acuerdo: pero no ignoremos el puro goce de la contemplación sin más.

Wara dijo...

Muchas veces me he preguntado que habría sido de todos esos artistas que en algún momento de su vida y en todas las ápocas de la historia trabajaron "al servicio de". ¿Hubieran trabajado de otra forma por su cuenta, sin encargos, sin apuros, sin presiones ni imposiciones? ¿Habrían alcanzado de todas formas el mismo reconocimiento? Es una curiosidad, no más, aunque extensiva a los tiempos actuales.

Sr. Azul dijo...

En mi anterior trabajo decidieron que mi principal característica era la creatividad, porque escribo novelas.
Lo cual cabe deducir, hasta cierto punto.


Pero lo que no sabían es que una novela requiere de una estructura tan sólida, y de una tenacidad tan desmedida, que si conocieran el asunto a fondo habrían decidido que mi principal característica era la capacidad de sacrificio. No ya porque desde que pones la primera línea de una novela hasta que das por casi acabada la última corrección (una novela es como un cuadro, no se acaba nunca)pueden haber transcurrido diez años.
Además de eso, en esos diez años te has debatido contra ti mismo y contra el mundo, contra la duda de tu propia valía, contra la soledad absoluta, contra la idea y contra la palabra, arrancándolas el sentido y la exactitud a cada una de ellas, y ajustándola en una enorme estructura que no admite el más mínimo error.

Y todo esto, sin saber si algún día serás leído,y sin dejar de ganar el pan para poder mantener la independencia creativa.


El arte es un 99% de trabajo y un 1% de inspiración. Puede haber trabajo sin inspiración, pero no puede haber inspiración sin trabajo. A mí sí me pasa lo de la mirada perdida, a veces de puro agotamiento. Pero el trabajo marida mal con el alcohol, y la autosuficiencia aniquila la duda. Sin duda no hay lucha, y sin lucha no hay arte.


Y, sin embargo, no nos engañemos. El albañil que se levanta a las seis de la mañana y yo somos igual de excepcionales o igual de vulgares. Ambos sudamos y hacemos obras para que las habiten otros, y nos dedicamos, cada uno a su manera, a contener la entropía del universo.

Señorita Puri dijo...

La prueba la tienes enAna Rosa Quintana, que ni fuma, ni bebe ni se droga y mira el éxito que ha tenido.