
Los recuerdos, poco antes de ser olvidados, nos persiguen con insistencia. Los llevamos próximos hasta que los consumimos. Nos comienzan a molestar estando tan cerca y les devoramos sin pausa. Les tenemos presentes tanto tiempo que, hartos, dejamos que se diluyan en la nada. Ahora, sin importarnos porque nos hicieron infelices hasta el dolor o lograron que disfrutáramos de algo que ya nos sobra por ser usado en exceso. Incluso la felicidad nos aburre.
Por eso los ancianos pierden la memoria con frecuencia. La sabiduría es siempre extraña. Y la ignorancia una carga tan difícil de soportar.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
5 comentarios:
Algunas veces los recuerdos no son ni eso. Y no sabes, no recuerdas, si acaso valía la pena mantenerlos o desecharlos.
Aunque nos hieran ,los recuerdos son parte de nuetra vida,los que no merecen la pena,quedaron alla en el saco del olvido,los otros,amargos o felices son los que van modelando nuestra persona.
No quisiera vivir sin memoria
Hombre, la ignorancia es difícil de soportar si eres consciente de ser ignorante, pero cuando no sabes que lo eres, eres más feliz que un guarro en una charca.
no sé de que estás hablando
(jajajaj)
Puri, yo tampoco sabía de lo que hablaba. Si lees los comentarios de Medea, Araceli y Ginebra, creo que entenderás algo mejor el texto. Jejeje.
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