
Taberna La Bola. Comida entre amigos. Carmen, Antonia, Pedro, Iván y un servidor. Una última incorporación sorpresa. Camino.
Excelente el cocido madrileño. Excelente la conversación. Y excelente la compañía.
Carmen tajante en sus observaciones. Y muy acertada. Iván ingenioso, agradable, siempre atento para que todo sea perfecto. Pedro sensato, opinando con delicadeza, aportando tranquilidad. Antonia un torbellino, ilusionada con la vida, gran conversadora. Camino integrándose con ímpetu a última hora, con facilidad, como si siempre hubiera estado allí mismo. Y yo haciendo lo que podía para no desentonar. Fantástico el rato que me han hecho pasar entre todos.
El tiempo en Madrid está extraño. Ahora llueve, ahora sopla el viento, giras la esquina y te achicharras de calor. Una ciudad tan grande como esta modifica su fisonomía con rapidez y se convierte en lugar hostil o en sitio agradable fácilmente. Todo ocurre sin apenas tiempo para percibirlo. Caminas al ritmo que marcan los semáforos, comes al ritmo que marcan los que esperan turno para sentarse en tu mesa, vas de un sitio a otro al ritmo que marcan los trenes. Todo impone un ritmo anulando el propio.
Carmen ríe. Si no lo hace sonríe. Ya me lo habían advertido. Pedro observa con atención. Iván dice con rapidez lo que toca para dar la vuelta a la última idea que se maneja en la conversación, Antonia aporta el toque humano a los asuntos más alejados, Camino explica su posición con solvencia y sin complejos. Y yo hago lo que puedo para no desentonar.
Madrid es una ciudad enorme. Millones de personas pasean, entran y salen de los museos, compran en los grandes almacenes o ingresan con una rara enfermedad en un hospital. Cada día se repite el mismo argumento y en el mismo escenario. Madrid es un hormiguero sin reina a la que alimentar.
Una mesa. Seis personas. Un interés común. Ese es el ingrediente que suele faltar. Hoy no, hoy había de sobra.
Hablamos de libros. De su lectura, de su escritura. Sin prisas, aportando cada cual lo que quería, lo que podía. Entre risas. Incluso la camarera ha participado en la conversación (camarera que confesó ser cartera motorista de lunes a viernes, castiza a más no poder y seguidora de algún autor que no era yo precisamente)
Les aseguro que hoy, en el centro de Madrid, un grupo de seis personas han hablado de lo que les gusta. Sin tener en cuenta que el tiempo era extraño, sin un ritmo impuesto por nada ni nadie, sin la carga de ser una hormiga más.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
12 comentarios:
Un cocido madrileño, y en buena compañía, que combinación tan perfecta
No conozco esa Taberna, solía ir con mi hijo a La Daniela, lo hacían muy bueno también.
Me has hecho recordar,el último que he comido en Madrid, estaba fantástico, pero lo mejor fue la compañía, una caricia para mi alma.
Fuera, en la calle, el tiempo también estaba revuelto, ventoso y frio, me dio igual, ya podían caer chuzos de punta
Gabriel, gracias por tu crónica tan cariñosa y entrañable y por supuesto por tu gratísima y agradable compañia, tú si que estás siempre antento para que la gente se encuentre a gusto!!
Por cierto, el cocido estaba de muerte!!
Un abrazo
Iván
Pues sí, de vez en cuando los astros se alinean como deben y las cosas son como deben ser. Por ejemplo, no siempre los escritores son personas estupendas. Pero en este caso, si. Sin dudarlo.
PD: La cosa estaba en cambiar de ordenador.
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Cuando encontramos un interés común todo parece posible, ¿no? Es como aquello de la fuerza que uno encuentra en la unión... Tenéis todos un buen día para recordar.
¿Y qué más da el tiempo que hizo afuera si dentro llovió a gusto de todos?
Enhorabuena, desde la envidia...
Estupendo rato, si señor.
La "cartera motorista" toda una anécdota para contar.
Muchas gracias a todos.
Por cierto, bonito blog.
Camino
chicosssssss,carmennnnnn ,os echo de menos!!!!!!!!
Sois maravillosos..........
Gabriel,valió la penar llegar o ir o venir(verbo a elegir pues soy polaca y me lio)desde tan "lejos";la distancias no existen y vuestra personalidad contribuyó a ello.
Besos.
Que pena que cuando tomábamos clases no pudimos irnos de parloteo con Ramon y Alf... algo que creo ya no va a suceder... A veces uno "duerme demasiado
" y se vuelve tan pasivo que se pierde de momentos como esos...
que se le va a hacer che.
Hola G.
¡Cocido! Mi plato favorito.
Estar con amigos es de lo mejor del mundo.
Un abrazo.
Seis personas que no se conocían de nada, unidas por un interés común, un cocido de muerte y muchas ganas de intercambiar opiniones en un clima de cordialidad. Estas cosas todavía son posibles, hasta en una ciudad hormiguero.
La felicidad de mano de la cartera motorista. Quién nos lo iba a decir, a nuestros años.
¡Hola!
Siento confesarlo, pero no había entrado en este blog tan estupendo hasta ahora. Espero que el nieto me lo perdone.
¡¡Que fantástica experiencia la de reunirse por primera vez con amigos de toda la vida ¿verdad?!! Porque yo, que pasé por una experiencia como esta, sé que lo que se tiene es la sensación de pasar una velada con amigos para siempre.
Me pasaré otro ratito a curiosear este sitio, si no le importa.
Besos.AlmaLeonor
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