16/4/09

Vértigo


Otro que sale de viaje. Esta vez es Gonzalo. Doñana. Junto con sus compañeros de clase. La profesora encargada es la misma que me enseñó lo poco de biología que sé. Ella comenzaba a dar clase y yo estaba a punto de acabar mi etapa escolar. Recuerdo perfectamente que aprobé la asignatura con un ocho pelado. Qué curso tan divertido. En COU era la primera vez que me veía mezclado con chicas en un aula. Era el gran inconveniente de estudiar con los frailes.
Siento algo de vértigo. Mi hijo (afortunadamente desde el primer día de colegio con chicas alrededor) es, hoy, alumno de aquella jovencita que me hizo pasar las de Caín para conseguir que mi media no bajara en exceso. Su primer entrenador de judo fue Jesús. El mismo que el mío. Un excelente tipo que hizo maravillas con un servidor y ha llevado a Gonzalo a practicar un judo de categoría. Buena parte de mi carácter lo formé en el gimnasio. Gonzalo lleva ya la impronta de trabajar duro junto a un hombre tan rígido con sus pupilos como buena persona. Saber sufrir es fundamental. Lo agradecerá antes o después. 
Mucho vértigo. Este año, su aula es la misma en la que estudié mi último año en ese colegio. Todo es muy parecido. Tan sólo las grietas en las paredes y mis arrugas dejan las cosas en su sitio sin dar opción a confundir los recuerdos con un presente que no deja huecos para nada que no sea la propia realidad.
El tiempo suena a fusta. El de Gonzalo no. Con su edad todo es eterno.
Gimena, Guzmán y Guillermo duermen. Silvia espera a que termine de escribir para charlar. Escucho a Gonzalo teclear en su portátil. Yo tecleo en el mío. En el mismo gimnasio, en la misma aula rodeado de chicas por primera vez. Y de fondo el sonido de una fusta que trato de esquivar.
Otro que sale de viaje, que se va haciendo mayor.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

13 comentarios:

Edda dijo...

Siguen nuestros pasos, es lo normal. A veces sonrío cuando me veo reflejada en ellos, otras no. Nosotros, que hemos recorrido buena parte del camino, debemos enseñarles donde no tienen que pisar y hacerlo con la mejor sonrisa, aunque duela.

elizq dijo...

Si, cuesta acostumbrarse, pero se consigue. Incluso algun dia conseguirá pasar un año lejos de su hijo. Cuesta. Pero se consigue.

Un ocho pelado????????????
J****

Scri.Ba dijo...

Me hicistes recordar, mi escuela elemental.

:)

Ginebra dijo...

A mí me encanta cuando salen; las veo personas.

Wara dijo...

Ayer leí un cuento tremendo de B. Lillo, cada página con el temor de que el padre no llegara a "empatizar" con el hijo de 8 años al que las circunstancias conducían a la mina para iniciarse en la profesión de su padre y cumplir así una ley de vida.

Pero la ley de vida es desear para nuestros hijos un poco más, un poco mejor aquello que nosotros tuvimos. También es ley de vida que los hijos terminarán por marcharse... pero una cosa es marchar y otra perderlos, ¿no? De modo que, mientras tanto, disfrutemos de ellos.

¡Buen fin de semana!

POPY dijo...

Hola G.
No tengo hijos así que le he preguntado a mi madre qué sentía cuando me iba de viaje cuando era una canija. Adivina lo que me ha respondido. Vértigo.
Muda me he quedado.

Un abrazo.

Svor dijo...

Vértigo tanto para el que tiene hijos como para los que no se imaginan una vida rodeada de ellos, ese lenguaje que aun no se sabe hablar...

Gabriel Ramírez dijo...

Conclusión: son un pequeño espejo en el que se ven todas nuestras virtudes y todas las posibles manchas que tuvimos. Somos nosotros revisados unas veces, otras pasando por el taller de reparación.

Jorge dijo...

Yo ya le he dicho a mi mujer que si quiere niños adoptamos un chinillo de 17 años. Que sepa conducir, si puede ser.

Wara dijo...

Perdona, Gabriel, un comentario para Jorge: de niño conductor nada, que entonces a ver cuándo se te ocurren a ti las ideas brillantes, eh. Andá, pero si quieres además un chinillo, que yo había leído chiquillo.

¡¡¡ Besos !!!

araceli dijo...

Ya se poque te pusieron el ocho pelado,por las Mitocondrias!!!!!!
Nos miramos en ellos,es verdad,y que dulce reflejo

Gabriel Ramírez dijo...

Araceli: Sí, la ideas de las mitocondrias fue un horror. Aunque le hizo gracia me quito algunos puntos. Gracias por estar.
Jorge: :) Qué cosas tienes.

araceli dijo...

Lamento disentir,a mi me parecio una genialidad,y ademas me hizo reir.