22/5/09

Todos iguales


Isabel fue la profesora de Guzmán Ramírez el año pasado. Quizás lo sea de Gimena Ramírez el próximo. Siempre sonríe a pesar de trabajar con un grupo de veintitantos niños. Hablamos al vernos, nos reímos al vernos y pone a prueba al joven Guzmán. Creo que le encanta la timidez del niño. Siempre me ha parecido una magnífica profesional y una mujer encantadora.
Su compañera Teresa (quizás sea la profesora de Gimena el próximo año) dedica buena parte de su tiempo a reírse de la vida. Eso significa que se sabe reír de sí misma. Es raro encontrar a alguien que lo haga hoy en día. Aún no la he oído quejarse por nada ni de nada. Buena gente.
Cuando tomamos café, aparte de pagar siempre yo, solemos charlar sobre lo divino y lo humano. Los diez o quince minutos que gastamos son una verdadera fuente de información para un novelista. Debería estar prohibido construir un personaje femenino sin hablar con las mujeres (en el caso de los autores masculinos). Ellas no lo saben, pero todo lo que van diciendo lo voy reservando para cuando haga falta. Si un escritor no es capaz de extraer información importante de cualquier conversación, por superficial que parezca, va por mal camino.
Una de las preguntas que más nos formulamos los hombres es cómo nos ven las mujeres. Un grupo de cuatro o cinco señores podríamos estar treinta o cuarenta horas dando vueltas al asunto divagando, rodeando el problema sin saber saltar el pequeño muro que separa lo femenino de lo masculino. Y terminaríamos diciendo que no hay quien las comprenda. Eso ocurre, entre otras cosas, porque lo que solemos manejar los hombres cuando hablamos de eso es una respuesta que coincide con el cómo nos gustaría que nos viesen ellas. Qué tontería.
Pero yo soy un tipo afortunado por muchas razones. Una de ellas es porque me tomo cafés con Teresa y con Isabel. Otra es porque ya me sé la respuesta. Por fin. Después de cuarenta y cinco años conozco la respuesta por la que los hombres del mundo entero darían lo que fuera. Ha llegado el momento de decirlo. Las mujeres ven a los hombres exactamente como los hombres ven a las mujeres. Qué cosas ¿verdad? Lo que pasa es que no las escuchamos casi nunca y decidieron contárselo entre ellas hace ya unos cuantos miles de años.
Esto que podría parecer irrelevante a algunos o decepcionante a otros es un descubrimiento que rompe los esquemas a cualquiera que quiera escribir. No se trata de miradas diferentes. Ven lo mismo que los hombres. Lo mismo. Es otra cosa lo que diferencia a hombres y mujeres (además de nuestra facilidad para escaquearnos de las tareas domésticas). Es el lenguaje, la forma de traducir esa mirada. El que se dedique a escribir o quiera hacerlo en el futuro que piense sobre ello. Le evitará muchos conflictos con las dichosas voces y los perfiles de los personajes.
Esta y no otra (el descubrimiento, digo) es la única razón por la que seguiré pagando cafés cuando me encuentre con ellas. Bueno, también me caen un poquito bien.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

9 comentarios:

Edda dijo...

Vale, vale, a partir de ahora pensaré más (si cabe) lo que digo.

POPY dijo...

Hola G.
Sí debe ser que nosotras traducimos lo de los hombres a otras lenguas y ellos siempre a la misma ajajajajajaj

Un beso

Ginebra dijo...

Um... o sea que lo pías todo... verás qué bien lo vas a pasar a partir de ahora cuando no te cuente nada.

Isadora dijo...

El problema no es que veamos lo mismo, que seguro que lo vemos, sino concretar qué es lo que podemos transmitir a los demás que vemos y adjetivarlo libremente, cuando los demás son ellos y no nosotras, para mantener una cierta coherencia con lo que una es de verdad y, además, con lo que se presupone, sin posible rectificación, que debiera seguir siendo sin significarse demasiado.
En fin, cuestiones de alta política social y no de vulgares y cotidianas escenas convivenciales.

Wara dijo...

Ufff, no sabes la que has armado o levantado más bien, Gabriel: un muro de silencio a tu alrededor.

araceli dijo...

Tienes suerte,porque en tu blog,somos mayoria,asi que aprenderas mucho.A mi me parece estupendo un hombre que escuche a las mujeres.Aunque decir que vemos lo mismo,ya no se.....

Svor dijo...

Necesito q se profundice en el asunto. Para mi es un tema de esos que no tienen ni principio ni fin... que se yo... es como entender a un chino con todo el esfuerzo del mundo... pero claro uno siempre esta a tiempo de aprender idiomas :)

Ana María dijo...

He caído aquí de casualidad, bueno porque mayo es el mes en el que nací.
Interesante texto. Muy bonito. Precioso.
Yo me he dado cuenta de que sabes escuchar, y de que nada te pasa desapercibido, y de que en tus formas se nota tu pasión por escribir, y, y...
Cafés y escuchar, cafés y hablar, cafés y oompartir...y recordar.

Ana Mari dijo...

Supertramp? Geniales.
Son los escritores unos soñadores?
Todos lo somos, pero..., ellos lo son más?
Lo ignoro.