
- Ave María Purísima.
- Sin pecado concebida. Dime hija, ¿de qué te acusas?
- De fornicar con el cura.
- ¿Te parece bonito ponerme en evidencia en la casa de Dios? Diez padres nuestros.
- Pues nada, confieso que digo palabrotas. Y tú ¿no te acusas de nada, mamonazo?
- Quince. Y media docena de ave marías. Además de pecadora eres una descarada.
- Esta noche te va a calentar la cama tu madre.
- Ay, hija, te pones imposible. Reza un par de oraciones. Las que más te gusten. A Dios no le gustan estos conflictos. Dios, Padre misericordioso,
que reconcilió consigo al mundo
por la muerte y la resurrección de su Hijo
y derramó el Espíritu Santo
para la remisión de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perdón y la paz.
Y yo te absuelvo de tus pecados
en el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
Amén.
- Tú eres tonto.
- Hago mi trabajo. Lo mejor que puedo.
- Qué bien. A ver si pones el mismo interés esta noche, anormal.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano
5 comentarios:
jajajaja qué caracter!!!!!!
Un abrazo.
Muy bien, guapo.
Esa absolución, por favor. En latín, hombrepordios.
Hombres de noche, muñecos de día... Si es que... quien con Dios se acuesta... ¿o era otra cosa? Umm...
Yo aquí lo que veo es un caso muy claro de conflicto de intereses.
Publicar un comentario