
No creo que exista una sensación más agobiante que la de sentirse solo. Esperar, ya en sí un problema al que el ser humano no parece acostumbrarse ni que sepa eludir, y hacerlo en soledad sabiendo que la solución pasa, precisamente, por una compañía que te niegan, es demoledor.
Tengo aprendido que los que negamos ese estar junto a otro lo hacemos arrimados a razones estúpidas que nos justifican y lavan la conciencia. Y tengo aprendido que solemos salir pitando por pereza, por no querer saber nada de un asunto incómodo que, total, no es el nuestro y que nos crearía cierta inestabilidad. El resto de excusas son eso y nada más. Además, recién sacadas del cubo de mierda. Cubo de mierda que, por supuesto, llenó en su momento el que tiene el problema (¡qué sorpresa¡) y que ahora esgrime desde las alturas para librarse de ese espanto.
“No pasa nada, no te preocupes” es la frase más socorrida y, lamento decirlo, la cabronada más grande que se le puede decir al individuo que tiene el problema. Claro que pasa, claro que hay que preocuparse. Pero no, de lo que se trata es de meter las cosas en un cajón y que a mí ni me rocen. Que lo pase solito y que se joda porque yo ya he sufrido mucho y por su culpa (esto se dice tenga culpa o no el pobre que deambula por la vida desesperado y sin saber qué hacer).
En fin, que me he acordado de lo mierdas que somos a veces y de lo que nos gusta parecer felices cuando, en realidad, lo podemos ser si acabamos con lo incómodo aunque eso tenga nombre, apellidos y conciencia, aunque tengamos que hacer más daño, si es necesario, para conseguirlo.
Decir estas cosas es siempre desagradable. Escucharlas debe ser un horror cuando alguien se remueve en la silla pensando “qué cabrón este tío, podría dedicarse a escribir sobre marcianitos y no sobre estas cosas que me recuerdan a mí mismo”. Pero siempre hay un plan alternativo, siempre podemos pensar que esto es sólo un blog en el que lo elementos de ficción convierten todo en irreal; que, quizás, la intención del autor es crear un pequeño debate entre su media docena de lectores; que si no aparece mi nombre es que no se refiere a mí o lo que a uno le vaya bien para creer que esto es cosa de un tarado. La pena es que mientras jugamos a ser maravillosos alguien muy cerca se está muriendo del asco. Y nadie mira en esa dirección. Una pena y un gran desastre. De verdad.
© Del texto: Gabriel Ramírez Lozano
Tengo aprendido que los que negamos ese estar junto a otro lo hacemos arrimados a razones estúpidas que nos justifican y lavan la conciencia. Y tengo aprendido que solemos salir pitando por pereza, por no querer saber nada de un asunto incómodo que, total, no es el nuestro y que nos crearía cierta inestabilidad. El resto de excusas son eso y nada más. Además, recién sacadas del cubo de mierda. Cubo de mierda que, por supuesto, llenó en su momento el que tiene el problema (¡qué sorpresa¡) y que ahora esgrime desde las alturas para librarse de ese espanto.
“No pasa nada, no te preocupes” es la frase más socorrida y, lamento decirlo, la cabronada más grande que se le puede decir al individuo que tiene el problema. Claro que pasa, claro que hay que preocuparse. Pero no, de lo que se trata es de meter las cosas en un cajón y que a mí ni me rocen. Que lo pase solito y que se joda porque yo ya he sufrido mucho y por su culpa (esto se dice tenga culpa o no el pobre que deambula por la vida desesperado y sin saber qué hacer).
En fin, que me he acordado de lo mierdas que somos a veces y de lo que nos gusta parecer felices cuando, en realidad, lo podemos ser si acabamos con lo incómodo aunque eso tenga nombre, apellidos y conciencia, aunque tengamos que hacer más daño, si es necesario, para conseguirlo.
Decir estas cosas es siempre desagradable. Escucharlas debe ser un horror cuando alguien se remueve en la silla pensando “qué cabrón este tío, podría dedicarse a escribir sobre marcianitos y no sobre estas cosas que me recuerdan a mí mismo”. Pero siempre hay un plan alternativo, siempre podemos pensar que esto es sólo un blog en el que lo elementos de ficción convierten todo en irreal; que, quizás, la intención del autor es crear un pequeño debate entre su media docena de lectores; que si no aparece mi nombre es que no se refiere a mí o lo que a uno le vaya bien para creer que esto es cosa de un tarado. La pena es que mientras jugamos a ser maravillosos alguien muy cerca se está muriendo del asco. Y nadie mira en esa dirección. Una pena y un gran desastre. De verdad.
© Del texto: Gabriel Ramírez Lozano
10 comentarios:
Tormenta. No sé por qué pensé ayer en esta palabra. Lo hice y con la sensación de que no tardaría en desencadenarse.
Es cierto que cuando alguien tiene un problema, para el que se acerca es difícil calibrarlo, ponerse en su lugar y buscar una solución, si la hay. Difícil, sí, pero no imposible. Hay veces que, aunque quieras intentar algo, lo único que puedes hacer es ponerte a su lado, abrir un paraguas y esperar a que escampe.
Hola G.
Estoy contigo en casi todo lo que dices.
Pero no todos somos tan mierdas como planteas. Los hay más mierdas aún y los que se recrean en ella.
También pienso que quien tiene problemas bien quizá no los focaliza bien, quizá no los cuente a quien debe. Echar mierda a quien la fabrica es una insensatez.
En fin, cada uno sabe cuánta mierda quiere o puede soportar.
Y sí, "no pasa nada, no te preocupes" es una frase que me horroriza pero con la que muchos se lavan los dientes todos los días.
Una gran pena y descomunal desastre.
Un abrazo.
Se me ocurre que, si se necesita ayuda, hay que pedirla. Si nos sentimos solos es muchas veces por no ser capaces de reconocer nuestro desamparo ante los demás.
Pero sí que verdad que es un cabrón, el tío este. No le basta con escribir lo que escribe, no, encima tiene que poner a Van Morrison como música de fondo. Para clavarla torcida y hasta la empuñadura.
Creo que tenemos a gala respetar la libertad individual por encima de todo. Creo también, que después de regodearnos debidamente y rebozarnos bien con el ruborizante contenido de todos esos programas donde se exponen, sin miramiento alguno, las vergüenzas ajenas para recabar las mayores cuotas de audiencia, solemos ser muy escrupulosos y cicateros a la hora de poder entrometernos, inmiscuirnos, o implicarnos en las cosas de los demás. Resulta paradójico, ¿no?
Alguien ha propiciado intencionadamente la confusión de conceptos: libertad = individuo; individuo = soledad; estado = benefactor. ¿Que qué tiene que ver todo esto con su escrito? Seguramente nada, pero a mí me parece que el individuo es cada vez más individuo, está más solo, es más vulnerable, y, por tanto, más manejable, y que todo ello no es por casualidad.
A lo mejor sólo es una moda y no hay confabulación alguna. ¿Chi lo sa?
Como diría alguien que yo sé, palabra clave: estar.
Pues aunque no lo creais, nosotras somos felices solo con invitar a este "pobre" escritor a tomar cafe, porque para que aqui conste ,no todos los dias que viene con nosotras invita (aunque si la mayoria). Un saludo a todos y sobre todos a los momentos felices que tenemos todos a lo largo del dia. Teresita
Teresa, yo también soy feliz tomando esos cafés. Ya lo sabéis.
Palabra clave: Gracias a todos por comentar los textos de (¿cómo es Teresa?) este pobre escritor.
Todos en algún momento nos hemos sentido solos. No obstante, la soledad es a veces una opción elegida libremente, y quizás en determinados momentos, la mejor de todas. Sólo cuando es elegida, habiendo otras alternativas, es buena. Deberíamos aprender en cualquier caso a pedir ayuda cuando la necesitamos, y no revestir de felicidad una soledad que en realidad nos aterra y nos hunde, y que para nada es una opción, sino una imposición cruel de las circunstancias. Muy bueno el post. Saludos.
Si.
NO ES LA MIOPIA Ó LA CEGUERA LO QUE IMPIDE MIRAR............ES SÓLO LA INSENSIBILIDAD DEL INDIVIDUALISMO
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