24/5/10

Sociedad ecológica


Las bombillas incandescentes se diferencian de las de bajo consumo en que iluminan más y más rápido. Consumen mucha energía (las incandescentes) y son mucho más contaminantes, pero alumbran de maravilla. Yo, que comienzo a tener problemas con la vista, agradezco mucho leer con una luz suficiente e instantánea. Eso de esperar a que la bombilla termine de dar luz y que sea una luz menor me gusta poco.
Lo mismo me pasó siempre con los profesores. A mí me gustaban los incandescentes. Desde el principio te envolvían en un discurso casi violento por su potencia. Faltar a una de sus clases era perder una oportunidad. Lo que no sabía nunca es qué me perdía, pero era algo seguro. Consumían mucha energía del alumno. Eran altamente contaminantes porque te marcaban la forma de pensar. Eran el antes y el después de un pensamiento desordenado o enano. Eran enormes. Una sola frase, una sola, era suficiente para salir de su aula con la mente acelerada. Eso era luz y no de las bombillas de bajo consumo.
Y, más de lo mismo, me pasó con los escritores mientras fui joven. Esos que alumbran menos aunque duran más (escritores de best sellers o los que encuentran un hueco en el que mantenerse durante años escribiendo libros y libros, mediocres y mediocres) no me interesaron nunca. Me gustaba abrir el volumen y deslumbrarme para siempre. Y cuando digo para siempre me refiero a para siempre. Hoy sigo estándolo con algunas novelas leídas hace ya muchos años.
No sé si las bombillas incandescentes son tan malas como dicen. No lo sé. Lo que sí puedo afirmar es que las de bajo consumo me impiden leer como quisiera. Los malos profesores (los de bajo consumo) me impidieron mirar las cosas como era preciso. Y los malos escritores hacen que la gente se convierta en bombillas de bajo consumo. Total, que al final, alguien se ha salido con la suya. Todos somos bombillas maluchas para que nadie vea las cosas con claridad. Qué cosas.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

Dinah Washington - Come rain or come shine






4 comentarios:

Edda dijo...

Gabriel, si todos fueramos bombillas incandescentes, nadie sobresaldría. Sería caótico tanto deslumbramiento. Mejor así, el que tenga que brillar que brille con luz própia. Para ver las cosas con claridad, sólo hace falta mirar bien.

Poma dijo...

Es que la mayoría se acojona, prefiere el bajo consumo a la incandescente verdad.

Araceli dijo...

Para ver bien,pasate a los leds, para la mediocridad creo que no hay remedio

Anónimo dijo...

Poma, cada uno que haga lo que quiera, no? La luz del sol te ciega también si la miras fijamente...