2/7/09

Ser solos


No podemos ser como quisiéramos. Casi nunca. Alguna vez cuando fuimos niños, a solas con la persona que amamos, durante esas borracheras siempre lejanas o recordando lo que nunca fue aunque instalado como experiencia segura. Nos alejamos mirando el lugar donde nos abandonamos convertidos en lo odiado entre pureza de pocos minutos, observamos nuestra propia caricatura mientras nos vemos mendigando amistades o un cariño falso que reconforta ese instante que parecía insignificante aunque resulta ser el que nos destroza el futuro. Una caricia a cambio de la felicidad. Existes durante un gesto idolatrado por ser único.
Retratos en película velada. Como mucho, imágenes superpuestas que amontonadas difuminan el deseo. Para siempre.
Queda la oportunidad de la intuición, la ocasión de apretar los dientes tensando los músculos del cuello hasta que el dolor se hace insoportable. Y señalar el reflejo que vemos para negar que eso es lo que quisimos. Cerrar los ojos, pensar, tocar el costado que da miedo. Ser solos.
¿Qué fue lo que nos cambió, lo que nos negó la opción de seguir un camino trazado a la medida? ¿Es la felicidad la posibilidad de parecerlo? ¿Cuándo ocurrió?
Cierro los ojos. Pienso, busco con la mano en la mochila sin saber lo que espera. La piel de los dedos se abrasa. Retorno. El camino sigue allí. Intacto, sin huellas.
Y el píe derecho se levanta apenas unos milímetros.
© Del Texto: Gabriel Ramírez Lozano

8 comentarios:

Borrasca dijo...

Yo tengo muy claro que me torció el camino, lo que no termino de entender es si fue para bien o para mal, pero sigo caminando...

Besos borrascosos

Carmen Neke dijo...

La felicidad más segura es aprender a querer ser lo que somos. O por lo menos aprender a aceptarlo.

POPY dijo...

Hola G.
Suelo pensar en ello muchas veces.
Creo que si uno no es feliz con lo que ha conseguido se debe dar una oportunidad para hacerlo.
Y me lo voy a aplicar.

Un beso fuerte.
Me ha encantado esta reflexión.

Anónimo dijo...

Mendigar amor, caricias, amigos... mendigar para no estar solo con uno mismo. Y preguntas cuándo se torció el camino? Quizás la pregunta es quién ayudó a que el camino se torciera? O por qué permito que siga torcido? O cómo me gustaría ser? O... por qué estas reflexiones me hacen llorar? No sé. Ni lo sé, ni me importa.

Gracias.

Edda dijo...

El camino recorrido siempre deja huellas, aunque sea el equivocado. ¿Retroceder? No, hay cosas que se pierden para siempre. Sin embargo si seguimos caminando siempre habrá otras esperándonos.

Don Peperomio dijo...

le felicito por su primera comentarista. Todo un éxito.

Tildes al poder dijo...

Martín, no seas tan malvado. El acento se lo puedes poner tú. De todos modos: Juassssssssssssssss Juassssssssssssssssssssssssssssssss

Ginebra dijo...

Tanto pensar en la felicidad, tanto hablar de ella... seguro que cuando se la encuentre estará tan ocupado analizándola que ni reparará en ella.